lunes, 5 de septiembre de 2016

EL DISCIPULADO LÚDICO DE WAFI SALIH



EL DISCIPULADO LÚDICO DE WAFI SALIH

José Carlos De Nóbrega
Puesto el cebo de las primeras palabras dulces, poco hubiera costado después que nos enlazáramos y nos uniéramos en la mano de Dios. Niko Kazantzakis: Zorba, el griego.
     Wafi Salih (Valera, 1966) es una escritora y amiga muy querida por este propagandista compulsivo. Su trabajo poético revela una voz poderosa y enternecedora de múltiples instancias: Desde el cultivo personal, místico y terrenal del haiku en títulos como “Huésped del alba. Poesía reunida” (2006) y “Vigilia de Huesos” (2010); hasta esa paisajística y cartografía del Dolor en la contristación solidaria con el Otro que es “El Dios de las Dunas” (2005), memorial del cordero abatido en El Líbano equiparable a películas como “El Ocaso de un Pueblo” (Volker Slöendorff, 1981) y “Vals con Bashir” (Ari Folman, 2008). En este caso, el Decir Poético se mueve con fidelidad tanto en la celebración de la belleza reposada y cotidiana, como en la inmediatez implacable de la denuncia profética. El Grupo Editorial Negro sobre Blanco nos presenta hoy su primer volumen de cuentos “Discípula de Jung”, materia propicia de esta conversación entusiasta en procura de lectores amigos.
     Este conjunto de cuarenta y ocho relatos, si bien de una riqueza introspectiva, no pretende ser un ejercicio terapéutico ni anti-psiquiátrico. Se nos antoja una exploración de la propia voz escritural que colinda el auto-análisis referido a la edificación del Ars Poética muy suya: Sin desvincular la poesía de la narrativa breve, Wafi desarrolla temas y registros discursivos diferentes respecto a sus poemarios. Encontramos un tratamiento humorístico de tenor irónico y paródico que propone un diálogo cómplice con el lector: No se trata de escribir historias perfectas, sino forjar atmósferas emotivas, líricas y contingentes en el trabajo mismo del habla. El inicio y el cierre del libro no sólo simula una serpiente mordiéndose la cola, sino un acto de autoestima que le tiende una trampa al egotismo de autor: Ella misma es un personaje acosado por un pretendiente torpe, inocuo y obseso: “no me atrevía a confesarle que todos los días su figura caminaba por mis ojos, abiertos para ella, como dos escaleras infinitas” [Alter ego]. ¿Hay una intención solapada por educar sentimentalmente al macho? Quién sabe, sólo que el feminismo auténtico no tiene asidero sin complementarse ni dialogar con el Otro, como ella misma bien lo pondera. Incluso, no evade la contundencia del chiste cruel entre mujeres como indagación en la oralidad que manifiesta un alma escindida víctima de sí: “La amiga de una amiga mía, contaba: Mi marido me abandonó por una mujer joven y fuerte, él, de mal carácter y achacoso, no era un mal hombre, por eso siempre la bendigo, yo no podría con tanto”. En “Arquetipo” se descuelga un humor amargo, si se quiere compasivo, que triza la dependencia desesperada de la paciente con respecto a su alienista o escrutador de almas: La transferencia no halla contraprestación profesional ni afectiva. “Carta a mi madre”, para consternación de los que nos hacemos llamar sobrios, reivindica al perseguido –indigente y paciente psiquiátrico- que hostigado como el niño del pelo verde del film de Losey, logra evadirse de sí mismo y de su prójimo malsano en el mero enclaustramiento a través de la burla más cruel.
     La transparencia expresiva, en tanto vía crucis que conjuga dolor y goce juguetón, decanta la complejidad del discurso en los giros y balbuceos de la perspectiva narrativa, la fusión de géneros literarios y, especialmente, la configuración del clima emocional que chicotea y acaricia al punto el cogote del lector agradecido. “Todo para ti”, no en balde el narrador omnisciente, es una sacudida conducente al amor filial que se exculpa y disculpa en la escritura por encargo de obituarios: el poeta Mariano Díaz Castro se reencuentra en un diálogo conmovedor y humano de ultratumba con Sonia Mercedes. Esto nos retrotrae, valga nuestro terco cariño, la estupenda red de araña que es la novela “La canción de la aguja” de Sol Linares, otro homenaje a la Madre enclavado en lo asombroso y lo paradójico del Amor Loco. Heredera pero no copista de Ramos Sucre, en la inclinación por la Prosa Poética susceptible de confundirse con el cuento, Wafi Salih nos ofrece cuerpos vitalísimos como “El lenguaje de los pájaros” y “Metáfora del vuelo”: En el primero, la poeta Minerva Santos desmonta el discurso mediático y sus hablillas con el lirismo libertario rematado en el aforismo final, “El lenguaje de los pájaros son los jeroglíficos que dibujan con sus alas en el aire”; mientras que en el segundo, el poema en prosa excede el formato escrito para crear una puesta en escena que raya la magia objetual que revisita al padre descocado de Bruno Schulz o la lengua amarillista del Barón Münchhausen. Qué les parece entonces este texto confesional que mixtura la poesía, el habla loca y la historia clínica: “Mi no tiempo, cuando me revuelvo en mi yo inflexivo, mi súper yo arruinado, mi ello improbable, muerdo a mi alter ego de viaje, y siento a mi pobre ego desdoblarse en la cruz de su calvario narcisista, ondulo como una cosa detrás de los alambres. Nada puede romper el hechizo de un ser triste, escrito con tinta”. El ejercicio, además de su musicalidad vecina al be bop de Charlie Parker [por supuesto, el gato de Cortázar mediante], connota un ars poético en prosa que nos remite a los Ejercicios Espirituales de Loyola o el Libro de Job según Jung.
     Otros cuentos apuntan a la inconformidad con el despliegue impune de los poderes fácticos, sin rehuir la alusión política punzante ni la solidaridad militante con los marginados. “La cabeza de la mapanare” es un documento crítico que si bien desdice la enfermedad infantil de la izquierda, pone contra la pared a los conversos y traidores movidos por hilos inquisitoriales y mercachifles, así como también a los torturadores inclementes. Nos insta a releer con pasión rebelde al mexicano José Revueltas. “Eridu” constituye un relato magistral que derriba la moralidad pequeñoburguesa, eso sí, por medio de la recreación condolida y amatoria de la Piedad como género plástico y lírico que se obsequia a un paciente de SIDA. “Hereje” cuenta como requisitoria que embiste al Patriarcado castrador de las mujeres, más allá del contexto medieval e inquisitorial: La intolerancia, la subestimación y el asesinato de ellas sigue mancillando el mundo hoy.
     Estimado lector, te invito a conocer a una de las nuestras, en el convencimiento de que estos cuentos marcarán tu piel y te conducirán a una experiencia estética gratificante. Este llamado es a bailar por la vida con Wafi y Zorba a orillas del Mar Egeo.

     En Valencia de San Simeón el estilita, martes 16 de agosto de 2016.

CONSONANTES DE AGUA.

La inmensidad de lo íntimo

CONSONANTES DE AGUA

Soledad Vasquez Armella. 
Traductora y Poeta

La construcción de una obra editorial implica adentrarse en el universo profundo del autor, génesis del ánimo secreto que motivó su creación. Editar es impulsar el ritmo secreto del libro. Seleccionar a pinza los elementos justos para mover la ola que danza bajo las palabras y lograr que resuenen al tono perfecto, como un eco de ese ánimo secreto, revelado en cada imagen, cada símbolo presentado al lector.
La edición de “Consonantes de agua” de Wafi Salih me implicó indagar en ese ánimo secreto presto de una singular poesía donde se transforma el pequeño espacio íntimo en una inmensidad. Desde dos aguas, la traducción al inglés y la edición del contenido para el libro, tuve la grata experiencia de indagar en sus breves textos que surgen desde resquicios de la memoria de la autora, que mira hacia dentro cuando posa la mirada en el afuera; en la plaza donde juegan los niños, en la sombra de un gato triste, en las grietas de la casa, en la dulce umbra de la luna, llena, como una almohada sola.
Cónsona al espíritu vital del haiku, su obra indaga en la casa-alma de la autora, que ve en lo sencillo, la plenitud de su mundo íntimo. Su casa, como un portal que conecta entre el adentro del hogar; manifiesto en los recuerdos desperdigados en el quehacer cotidiano, y que desde allí viaja hacia lo íntimo vital reflejado en las imágenes del afuera de la casa; la noche, la lluvia y el agua como una constante, el silencio de las tumbas, la ciudad desolada y los seres apenumbrados que la habitan.
Entre ese adentro y afuera, habita en ella una dulce nostalgia del ser y la nada, entre la serena certeza y la tristeza brumosa, entre la mujer amante y la solitaria intimidad de la madre. No es en el tiempo, sino en los espacios, en las esquinas recónditas de su vida cotidiana donde la autora guarda su alegría, el amor, la muerte y el dolor.
Notas sobre la edición
¿Dónde empieza el alma de Wafi Salih, sino a la sombra de un imponente cedro del Líbano?. No hay un símbolo más propicio que este, para enmarcar la niñez y la presente ausencia, tan punzante, que la tierra de las dunas ejerce en la poesía y más allá, en el ánimo secreto de la autora. Por ello al realizar la edición del libro, seleccioné este símbolo como imagen que abre y cierra las páginas de consonantes de agua.
Desde esta primera imagen se hilvanan 18 ilustraciones como 18 fases o temáticas de la poesía de la autora jugando a la pausa larga de una imagen entre cada grupo de 7 poemas:
Desde el cedro como símbolo, en los dos primeros grupos resalta la poesía que aborda temas sobre la nostalgia y la muerte. El niño ante la tumba, la casa lejana del padre ausente, pero latente en la memoria como un cedro derribado en el corazón. Desde allí, para el tercer y cuarto grupo de poemas decidí tomar voces sobre el agua, la luna y la naturaleza como símbolos de una esperanza repentina:
Un relámpago
golpea el estanque
la luna tiembla
El grupo quinto y sexto de poemas, abren y cierran con cósmicas imágenes que ilustran aún la naturaleza, pero desde la contemplación en el encuentro infantil con el mundo; un niño que juega con la luna llena, las ranas que cantan melodías antiguas y un caminito de hormigas. La vida desnuda y despeinada: una vía láctea que habita como Piedritas en un bambú.
Luego el ánimo secreto de la poesía de Salih da un vuelco y en los siguientes tres grupos de poemas, me senté a dialogar con la Wafi Salih mujer amada y mujer amante. En esta particular selección destaca la belleza de la intimidad en los pequeños detalles de la casa, en sutil intimidad entre la imagen onírica como metáfora del amor, por ejemplo en este particular texto:
Descifra
el alfabeto de los pájaros
mi oído en tu pecho
Desde allí, el noveno grupo de poemas inicia con la ilustración emblema y portada del libro, a mi parecer una de las imágenes de mayor fuerza simbólica y profundidad interpretativa de Maldonado, ilustrador del libro, en la imagen se denota una mujer con la luna en el útero, (así me gusta llamarla). Imagen de técnica puntillista que juega entre la mujer duna y la mujer agua.
La selección de haiku para este fragmento versa sobre la mujer intima. La mujer en tránsito del hogar, en reflexión y limpieza con la casa, de la vida y los ánimos pasados,  la esposa y la madre en el silencio ruidoso de la casa.
El décimo grupo sigue dialogando con la mujer, pero en este la vejez, la rosa, la flor, la muerte de la primavera emergen como símbolos centrales que la concilian también con su propia madre. Un grupo particularmente nostálgico de poemas donde la autora se pregunta inquieta sobre el porvenir:
¿quién canta
en las páginas del aire,
el destino de la rosa?

Los últimos seis grupos abordan la poética del adentro y del afuera de la casa- alma de la autora, un cruzar y volver al portal. Las ilustraciones muestran puertas y ventanas como símbolos de un cosmos de lo oculto y lo entreabierto y con ello el juego lúdico de la contemplación. El espíritu vital de la autora danzando entre la conexión adentro; consigo y en sí misma, en la página en blanco, en el fondo quieto de la taza de café y afuera; en el encuentro fugaz con los otros, como una infinidad de sombras de la memoria. Una contraposición entre la vida de los seres que habitan la ciudad desolada, la penumbra del hambre y la espera que resuena cruda en la ventana, detenida ante al silencio sereno del zen en la congoja de café. Finalmente en este viaje hacia dentro del ánimo secreto de Wafi Salih, decidí cerrar la selección con el camino hacia el sentido de conciliación consigo misma y con la figura masculina, en el rostro del hijo y en el encuentro feliz con el padre, en el río, pero fijo solemne en su memoria, como un cedro del Líbano.
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Soledad Vásquez Armella (estado Yaracuy, Venezuela, 1987). Escritora, investigadora, traductora y artista conceptual egresada en Diseño Integral en la UNEY, con destacada labor en el campo de investigación en mitología, religiones venezolanas, arqueología del paisaje y paisaje sonoro, con amplio trabajo individual y colectivo en poesía, arte sonoro y audiovisual. Directora de Fundación Madrelionza, fundadora e impulsora de estudios de paisaje sonoro con colectivo Ecous.