martes, 22 de noviembre de 2016

La Discípula del Jung Vivo


   José Miguel Navas

        Wafi Salih es una escritora dispuesta al todo, cercana siempre al riesgo que implica dedicar la vida a la literatura, nació en Valera por allá en mil novecientos sesenta y seis, justo cuando el Boom Latinoamericano hacia de las suyas, y mi escritora favorita ya había publicado su gran novela “la pasión según G.H” por supuesto hablo de Clarice Lispector. El llanto de la recién nacida Wafi era el llanto del Líbano sus antepasados estaban en ella al momento del parto, sin saberlo Salih comenzaba su tránsito por el lenguaje. El lenguaje de llanto.
     Inquietada por el lenguaje después de su llegada del Libano, marcada del desamor por la Patria en guerra y el redescubrir del idioma olvidado, hizo que Wafi escribiera cartas a los nueve años para sus familiares en Beirut, “quería escribir cartas pero el Español me costaba” dice Salih, es entonces el lenguaje la mayor inquietud del hombre pregunto…
        Era 1986 y el mundo estaba consternado por el mayor desastre nuclear de la historia sucedido en Chernóbil Ucrania mientras acá en Venezuela Wafi Salih publica su primer poemario y reproduzco un poema del libro  Adagio “tome la cruz del Cádiz y encontré a Dios en el New York Times”.  Situada en la poesía con una trayectoria impecable 14 libros publicados traducida al Ingles y al Árabe, toma al Haiku como forma de vida y la brevedad como estilo, marcada por lo crepuscular y la memoria.   Esto me hace pensar en Luis Alberto Crespo que habla del ejercicio del borrador en la poesía breve, y es así como Wafi busca la verdadera sustancia  del lenguaje poético, buscando el núcleo hacia lo absoluto.
     En el 2016 Wafi nos sorprende con un libro de Narrativa llamado “Discípula de Jung” un conjunto de 48 relatos, concebidos desde lo poético llegando a lo narrativo, una indagación profunda del YO y la búsqueda de un DIOS tangible. pretendiendo ser un homenaje al Jung de los vivos, es la celebración de los arquetipos, lo consiente y lo inconsciente, la alquimia y las practicas de la fe por lo material. ¿Qué fue real en aquel instante? Se preguntaba Jung, al igual que Salih se hace esa misma pregunta en su cuento  [Alter ego] acá ella nos narra el ideal amoroso, el fracaso de no encontrarse en otro, el padecer del amante en el cuerpo de uno mismo, cito “no me atrevía a confesarle que todos los días su figura caminaba por mis ojos, abiertos para ella, como dos escaleras infinitas” hay melancolía en saber que el otro no existe es difícil comprender al sujeto ese alter ego que nos mancha de culpas e ideales que jamás serán otro, porque sencillamente es nuestra historia, queda entonces Wafi acaso es la Medea Posmoderna. En todo el libro encontraremos rastros de comedia y es el caso de ENTRE MUJERES “La amiga de una amiga mía, contaba: Mi marido me abandonó por una mujer joven y fuerte, él, de mal carácter y achacoso, no era un mal hombre, por eso siempre la bendigo, yo no podría con tanto”. Wafi expone en varios de sus cuentos una crítica ontológica al feminismo enfrentándose ella a los movimientos marcados de los años años 60 y setenta, ella apunta a la burla de su condición de mujer, y afirmándose un ella ante el todo, pues a través de esa carcajada de su persona, adquiere el poder de lo verdaderamente femenino el poderío de saber que la frágil condición de hembra la hace mucho más fuerte que el sexo opuesto, pues entiende que mas allá de un genital en ella había la esencia del ser, que no conoce de sexo sino de lenguajes humanos, es decir en ese mismo cuerpo habitan mujeres y hombres vulnerables a ellos mismos. En el relato “FE-MEMOR Wafi nos narra ese gran encuentro con  lo Femenino, la sinceridad del lenguaje nutre el espíritu con lo superior. Lo interesante de todo esto radica en que Salih no complace ni al discurso feminista ni al machista ella es el discurso de una trascendencia del genero mediante lo escrito. La incomodidad por el discurso es el logro de su aceptación, no es la primera vez que Wafi hace una propuesta de género ya hizo lo propio en su libro de ensayos “Las imágenes de la ausente” publicado en 2012 por Monte Avila Editores.
     Finalizando la lectura de  los cuentos  descubrimos que hay imperfección ella no busca ser perfecta, ella rodea al lector con preguntas, en cuestionarse su lugar en el mundo, no es esa la mayor ambición de la literatura el cuestionar el todo.
     El libro logra un paréntesis entre los generos literarios cuentos como  “Metáfora del vuelo”  y “Augusto” narran el camino de lo poético hacia lo narrativo y viceversa, no hay egoísmo entre ellos sino unificación. Mientras tanto recomiendo la atención en un relato llamado “Eridu” donde encontramos la conciencia de la muerte estando vivos, en donde lo moral queda expuesto y es desmontado, al mismo tiempo un Enfermo de SIDA nos narra su mirada al más allá, y el quiebre de la vida del sano ante la negación de la muerte, todos somos unos cobardes cuando  miramos la muerte por nuestros ojos, quedamos en silencio.
    Dejando atrás todos los paradigmas impuestos por la literatura, la cultura y la política, les invito a leer este maravilloso libro “Discípula de Jung” de Wafi Salih seamos participes de un experimento mas con el lenguaje, reconciliémonos con nuestro idioma e indaguemos nuestro lugar en el planeta.




“DISCÍPULA DE JUNG”, DE WAFI SALIH





                                                                                                          Tomás Martínez Sancho
Llegó con tres heridas:
La del amor, / la de la muerte, / la de la vida.
Con tres heridas viene:
La de la vida, / la del amor, / la de la muerte.
Con tres heridas yo:
La de la vida, / la de la muerte, / la del amor.
Miguel Hernández (Cancionero y romancero de ausencias)
                              
                               Hacer la presentación de la novedosa obra de relatos de Wafi Salih. Que el azar de las redes sociales me llevó a su amistad y su amistad me trajo a su literatura. El caso es que en esta oportunidad hablare de su libro de cuentos. El texto de Wafi se inscribirá, no lo dudo, entre los destacados relatos breves de mujeres venezolanas, tales como los de Laura Antillano o Sol Linares.
Reconocida por todos ustedes por su trayectoria como amante de la cultura, profesora universitaria, y poeta venezolana, –atrevida como es- Wafi incursiona en la narrativa con su “Discípula de Jung”, que hoy nos convoca.
El título da unas claves que no desaprovechamos en esta presentación. En primer lugar, evoca el discipulado de una mujer que sólo recientemente fue sacada de su invisibilización. Sobre su temprana relación con Jung se han realizado un documental y dos películas (Te doy mi alma, del italiano Roberto Faenza, de 2002, es tal vez la más valorada desde claves psicológicas). Me refiero a Sabina Spielrein, rusa y judía, psicoanalista y educadora infantil, con una vida dramática, reprimida por el stalinismo y asesinada a manos de las SS nazis. A esta discípula, a Sabina, remite el título. Con lo que introduce dos pistas, el ser mujer y la psicología, como ejes semánticos presentes en gran parte de los relatos que nos ofrece Wafi.
Voy con el ser mujer. La propia Wafi presta su nombre –y más que el nombre- a la protagonista de un par de cuentos que, con el recurso de la inclusión, abren y cierran la obra. En Alter ego, Wafi es presidenta de la “Sociedad de mujeres por la equidad de género”; en Dicotomía del discurso se ha vuelto Wafi unos párpados llenos de ojos crucificados… Otras mujeres atraviesan el texto: la escritora Minerva Santos (en El lenguaje de los pájaros), la doctora que dicta una conferencia: “La mujer ante el poder” (en Fe menor), la poeta entrevistada para la prensa, la que dice ser la Reina de Saba, Beatriz Cañizales, condenada por el tribunal de la inquisición (en Hereje), la juez Mijares (en La cabeza de la mapanare), la compañera del guerrillero Argimiro… No son apariciones ingenuas. Su ser mujeres contraviene en muchos casos el discurso patriarcal y moralizante, abriendo horizontes de una discursividad compleja en conflicto con los clichés extendidos. Feministas pueden decirse, con certeza, muchos de estos relatos. De un feminismo –por otra parte- sin ingenuidades, vivido en la tensión interior de discurso y vida concreta, entre ejercicio público y praxis amorosa… Y así, la presidenta de la Sociedad de mujeres se distrae pensando en su vestido azul cobalto para la fiesta de fin de año en el decanato, o en su lavaplatos dañado… Y en Fe menor: la conferencista de “La mujer ante el poder” anticipa cómo “en esos cuarenta minutos, esconde(rá) debajo del escritorio, los gritos, golpes, indiferencia y nostalgia, (que) No entrarán (así) en el ciclo de preguntas, y respuestas normadas, sesudas disquisiciones sobre el papel”.
La vida interior de los personajes, su psicología, es el otro eje a que me he referido. La técnica narrativa (con frecuencia relatos en primera persona) permite abundar en ello. Se pone de manifiesto especialmente en los monólogos, casi siempre interiores, de los que sólo cito algunos ejemplos sobresalientes: La novia corrupta de León Yépez (en Reescritura), el sujeto de Luna, luna, oscuro personaje en un grupo de teatro, el travesti sobrino de ex -guerrillero y ayudante de utilería de Entretelones, el narrador perseguido de Carta a mi madre, el pintor abandonado por la pareja y rechazado por la madre en Apostolado, la tesista maría-lioncera de Post-Graduado, la paciente psiquiátrica de Arquetipo (nueva referencia a Sabina y Jung)….
El humor -al que se refiere De Nóbrega en su prólogo-, casi siempre finamente irónico, está presente desde el mismo título. La discípula de Jung, Sabina, se hizo amante y luego maestra. Se sabe que tanto Jung como Freud se enriquecieron, sin reconocerlo explícitamente, de los trabajos de Sabina. Ambos le deben una parte de sus conclusiones, el uno sobre el ánima, y el otro sobre la pulsión de muerte. El discipulado no es, por tanto, en minoridad. Ese tal discipulado desbarata los esquemas reproductivos de unas relaciones verticales. Ahí está el humor con trazos de ironía en el mismo título. La ignota discípula se ha revelado maestra.
Pero el título es sólo un referente. Relato a relato, surgen nuevas brechas –resquicios- para la lectura placentera y atenta de la obra de Wafi. Y aquí viene bien traer el poema de Hernández, con el que abrí esta presentación. Las tres heridas que los rondan: vida, amor y muerte.
Amor y muerte que recogen, vuelvo a lo anterior, los planteamientos de la pulsión de muerte de Sabina-Freud. En la película Te doy mi alma, ante un cuadro sensual de Yudit con la cabeza de Holofernes, inspirado en un texto de las escrituras judeo-cristianas, Sabina pregunta a Jung: ¿por qué lo mata? Para cumplir la voluntad de Dios, dice Jung. Sabina lo niega, y agrega: lo mata porque lo ama.
Amor y muerte se confunden en una misma pasión en varios de los textos que hoy presentamos. Dice la poeta, personaje principal del relato La entrevista: “Quiero a mi muerte viva, cruda, llena de gozos y epítetos, llena de verbos, toda sustantiva y voluptuosa, toda mía, tan íntima que ni siquiera a usted, a usted tan inocente, se le pueda desnudar”. Y añade: “En el amor sucede como en la muerte”. El curioso personaje, escritor de obituarios, en Todo para ti, entrega para su adorada Sonia “el escrito perfecto, la gran palabra, la frase absoluta, original, ella que vivió en cada uno de sus latidos, ahora era la dueña de su muerte”. Y el sujeto de Apostolado termina pintando los lienzos, memorial de su amada, con su propia sangre.
Amor y muerte aquí apuntados, en verso de Miguel Hernández –poeta de la guerra civil española- (y también en la tragedia personal de Sabina), se abren a un horizonte que explosiona la interioridad reducida de cierto psicologismo de élite. Horizonte social, horizonte de conflicto, evidenciado en varios textos de Wafi, en los que se trae a cuento los años de la lucha guerrillera venezolana, señalando nombres e historias: Argimiro (por Gabaldón), Fabricio Trujillo (por Ojeda), y otros guerrilleros anónimos presos por sus acciones revolucionarias.
Referencia a este horizonte y a los años sucesivos de “pacificación”, referencia –digo- no exenta de denuncia –siempre actual-, desenmascaramiento de una sociedad forjada en complicidades. Ex –guerrilleros, que –como se leerá en La cabeza de la mapanare- “cada cual se incorporó a la sociedad, hoy son jueces, profesores de gran reputación, escritores que trillan y trillan el tema de la guerrilla, en sus publicaciones, por marketing”. Y el mismo tema se hallará en Entretelones: “Nicolás, guerrillero, comandante y preso político, se graduó de abogado y ahora es juez…. El juez dijo que estaba bien el despido, se impone la ley sobre la justicia, y asunto resuelto”.
Un nuevo vínculo de lo sociopolítico con la interioridad se descubrirá en el relato, lleno de referencias intratextuales y homónimo del título de la obra, sobre un exguerrillero, paciente psiquiátrico enamorado de su doctora.
En fin; la vida, amor y muerte se cruzan con otro tópico repetido en estos relatos: es el de lo religioso; y lo hacen polemizando, con un fuerte ingrediente de crítica a las instituciones y a los discursos de muerte.
En Hereje se relata la utilización del poder por parte del Cardenal Briceño, para pasar por la hoguera a la mujer que lo inquieta. En La Entrevista se desmonta por hipócrita el discurso religioso del occidente guerrerista que afirma: “Esta bomba va dirigida contra los fanáticos, rebeldes, extremistas, etc. Esta bomba es por la vida, la paz, en nombre de Dios”.
Una religión de rutina, determinismo y muerte, es la que se muestra en Puntos suspensivos, relato en el que se recorren los rituales devaluados de misa y enterramiento, bajo un sol inclemente de cuatro de la tarde; o en Rey de Bastos, en un ritual privado, de viudez, recordatorio de un dolor interminable, que prevé en el quinto aniversario el moldeado de un colibrí con un Cristo pintado en su cuello.
Religión, por contrapartida, trastocada en amor. Así, el amado guerrillero Argimiro es elevado al altar de los santos: “en la pared ahumada, al costado derecho de San Antonio, debajo del ánima sola, tu fotografía iluminando mi cuarto”. O la tesista de Post graduado se deshace de velas, tabacos, y estampitas de San Marcos de León y María Francia, prendada por el recuerdo de su mentor. Y se dirá del obituarista de Todo para ti: Su pecho convertido de por vida en un altar para ella, su único santo.
Termino. Wafi es, en estos relatos y en su pasión por la escritura, una narradora que no deja el poema, ni sus raíces de médano. La intra-textualidad es un recurso para ello. Claramente identificable respecto al poema Beduino (de Los cantos de la noche):
Pájaro / que ha perdido / El canto
En los desiertos / helados / del alma.
Poema al que se remite expresamente en el relato La entrevista, y sobre cuyo sentido se pregunta a la poeta: “La presencia del amor se percibe con sabor a desdicha, a abandono, ¿Es eso el amor, un sujeto quebradizo?”.
Intratextual es la mención a los pájaros en al menos nueve relatos, en obvia referencia a su poemario Pájaro de Raíces, del que extraigo estos versos:
Amo, al pájaro de raíces descifrado en la cruz. Silencio lleno en la senda de piedras en el aire infame.
Pongo las palabras en mi noche, luz vencida de inmóviles alas. Un mundo se inclina sobre el viento en ásperos contornos. Punzante pájaro de piedra en la página indescifrable del vuelo.
Pájaro raíz, pájaro cruz-sufrimiento y pájaro-lágrima o muerte. Así lo recogen los distintos relatos:
“La esencia del pájaro se adquiere en el vientre, igual la esencia del poeta, porque un poeta es como un pájaro” –dirá el personaje principal de Metáfora del vuelo.
“Salí casi corriendo al baño, y un pájaro de agua que anidaba en algún lugar del corazón, subió a los ojos” –se lee en Sor Juana.
“Figuras de piedra talladas, colocadas en orden cronológico sobre el estante, pájaros recordándolo, uno por cada año que lleva ausente” –pájaros de la muerte, en Rey de bastos.
Pero también Pájaro-salvación, extraña salvación, es verdad, en El lenguaje de los pájaros:
“¡Busque en el arte!, que es un lugar salvaje, pero el único lugar posible de salvación de la especie, el único origen. El lenguaje de los pájaros son los jeroglíficos que dibujan con sus alas en el aire”.
Otra posibilidad, parece ser, el hallazgo del pájaro azul de la leyenda oriental -la Wafi de Alter ego- que sólo a los nobles corazones se muestra.
¡Que disfruten el libro, tanto como yo!