**Alberto Hernández**
1.-
Ella pregunta, en tres líneas vitales, en tres versos, y la respuesta se amplía en todo su libro. Wafi Salih encara al maestro:
Ella pregunta, en tres líneas vitales, en tres versos, y la respuesta se amplía en todo su libro. Wafi Salih encara al maestro:
“Maestro Issa
este tachón con ira
¿será un haikú?”,
este tachón con ira
¿será un haikú?”,
Y ella, en plácido paseo, se responde:
“Sólo a veces
retoña, sólo a veces,
la flor pisada”.
retoña, sólo a veces,
la flor pisada”.
Kobayashi Issa mantiene la mano sobre el mentón. Asume el satori y mira desde su profunda lejanía las palabras que flotan en el aire. La poesía japonesa es tan alma que flota: se sostiene sobre los árboles, en los más pequeños seres de la naturaleza, en el envés de una fruta.
En la muerte de una mosca.
“Honor al fuego” es un libro de haikús. Es decir, es un libro de las antípodas, del otro lado del poema, porque nuestro globo terráqueo conforma dos maneras de decir el poema, de hacerlo y de vivirlo. De aquel lado, se vive, se practica: es sagrado. El maestro asume un aprendiz: Lo hace él para que siga la tradición. Pero también para que se pueda ver en su reflejo, en su contraparte, en su otra máscara.
Publicado por Editora Zócalo en la Colección Alegres Provincias, en Rubio, Estado Táchira, 2017, este libro de Salih es un remanso en el espacio poético venezolano. Y digo esto porque se resume la paz en sus líneas, en los versos que flotan ante la mirada. Se lee para levitar, para solventar una deuda con la tierra, para hacerle la contraparte a Anteo, quien tenía que pisar tierra para poder llenarse de energía.
En la muerte de una mosca.
“Honor al fuego” es un libro de haikús. Es decir, es un libro de las antípodas, del otro lado del poema, porque nuestro globo terráqueo conforma dos maneras de decir el poema, de hacerlo y de vivirlo. De aquel lado, se vive, se practica: es sagrado. El maestro asume un aprendiz: Lo hace él para que siga la tradición. Pero también para que se pueda ver en su reflejo, en su contraparte, en su otra máscara.
Publicado por Editora Zócalo en la Colección Alegres Provincias, en Rubio, Estado Táchira, 2017, este libro de Salih es un remanso en el espacio poético venezolano. Y digo esto porque se resume la paz en sus líneas, en los versos que flotan ante la mirada. Se lee para levitar, para solventar una deuda con la tierra, para hacerle la contraparte a Anteo, quien tenía que pisar tierra para poder llenarse de energía.
2.-
Una exclamación inicial propicia el diálogo en la página. Diálogo entre sendos haikús, en una melliza versación, en un alegato en el que la poesía es tan sensible que casi no se siente en la voz.
Ella, la poeta, palpita:
Una exclamación inicial propicia el diálogo en la página. Diálogo entre sendos haikús, en una melliza versación, en un alegato en el que la poesía es tan sensible que casi no se siente en la voz.
Ella, la poeta, palpita:
“¡Un poema!
la luz desposada
con el cerezo”,
la luz desposada
con el cerezo”,
y desde esa admirada revelación, añade:
“Por mi ventana
los lirios del comedor
ven la tormenta”.
los lirios del comedor
ven la tormenta”.
¿Qué sensación provoca esta lectura? Si bien estamos en el fondo de un espíritu que duda, que exclama con lujosa pregunta oculta, en una paz casi silente, la naturaleza violenta de una tormenta se aproxima. Son dos maneras de estar presente, de ser lo que su voz diseña: los opuestos diseñan el mundo. Una mirada basta para trazarlo con palabras.
3.-
Pero no sólo ha invocado a Issa. También se aproxima a Basho. También lo toca con las palabras, lo tutea, lo añade al texto un poco después de ella mencionarse, nombrarse:
Pero no sólo ha invocado a Issa. También se aproxima a Basho. También lo toca con las palabras, lo tutea, lo añade al texto un poco después de ella mencionarse, nombrarse:
“Yo Wafi Salih
un haikú con espinas
sobre el mundo”.
un haikú con espinas
sobre el mundo”.
Ella es el poema, el haikú, una flor delicada pero espinosa. Y así, con el japonés, con el maestro:
“Los pájaros
poemas de Basho
en el ciruelo”.
poemas de Basho
en el ciruelo”.
Ese paralelismo, esa cercanía, casi piedra de toque, se asimila cuando entendemos que el maestro nipón vuelan sobre las espinas. No se dejan tocar, no se dejan herir. El maestro levita sobre un “haikú con espinas”.
4.-
La voz del maestro Tozan recurre en nuestro apoyo: “La conciencia/ no es el lenguaje. / Pero, si la ocasión se presenta/ adaptémonos a él”. Es decir, la palabra no es dueña de la verdad, pero ella podría llegar a ser ese algo sujeto al ser y contener un significado.
Los viejos poetas del haikú, entre ellos Masaoka Shiki o Yosa Buson, han quedado marcados en algunos cultivadores de este afán. Del zen como promoción de la existencia práctica. He aquí la diferencia con los poetas de Occidente, hacen poesía para comunicar.
El lenguaje es un imán. Traduce, es traducido. En nuestro hemisferio, el lenguaje nos traduce. De allí que quien hace poesía en Oriente es el poema: la poesía es un organismo cuya práctica está en el zen, en la vida, en la traslación espiritual, en el viaje interior hacia otros parajes.
La voz del maestro Tozan recurre en nuestro apoyo: “La conciencia/ no es el lenguaje. / Pero, si la ocasión se presenta/ adaptémonos a él”. Es decir, la palabra no es dueña de la verdad, pero ella podría llegar a ser ese algo sujeto al ser y contener un significado.
Los viejos poetas del haikú, entre ellos Masaoka Shiki o Yosa Buson, han quedado marcados en algunos cultivadores de este afán. Del zen como promoción de la existencia práctica. He aquí la diferencia con los poetas de Occidente, hacen poesía para comunicar.
El lenguaje es un imán. Traduce, es traducido. En nuestro hemisferio, el lenguaje nos traduce. De allí que quien hace poesía en Oriente es el poema: la poesía es un organismo cuya práctica está en el zen, en la vida, en la traslación espiritual, en el viaje interior hacia otros parajes.
5.-
“Ratón sin casa
en la iglesia del pueblo
duerme una siesta”.
¿Se trata realmente de un ratón? La imagen destaca el tamaño pero también la metaforización. ¿Somos ratones abandonados? En tres versos somos un pequeño animal que reposa en una iglesia, mientras en un
“Ratón sin casa
en la iglesia del pueblo
duerme una siesta”.
¿Se trata realmente de un ratón? La imagen destaca el tamaño pero también la metaforización. ¿Somos ratones abandonados? En tres versos somos un pequeño animal que reposa en una iglesia, mientras en un
“Templo desierto
oigo a los mosquitos
multiplicarse”,
oigo a los mosquitos
multiplicarse”,
otra minimalización: la poesía es inmensa desde lo más pequeño.
El mismo monje zen Tozan escribió:
El mismo monje zen Tozan escribió:
“Es como contemplarse en el espejo:
la forma y el reflejo se observan.
Tú no eres el reflejo,
pero el reflejo eres tú”.
la forma y el reflejo se observan.
Tú no eres el reflejo,
pero el reflejo eres tú”.
Esta poesía confronta, deshace nuestro ser y estar. Es. Es decir, se practica con la postura corporal y espiritual. ¿Para qué sirve un árbol? La sacralidad comenzó con un árbol: el Buda, el manzano del paraíso adánico, los grandes árboles sagrados de África, de la India, de América. Una ceiba es más congruente que un discurso político.
De allí el reflejo como la verdad.
De allí el reflejo como la verdad.
6.-
Nuestra poeta dice:
Nuestra poeta dice:
“En mi epitafio escribe esto: sólo busco
mirar al cielo”.
mirar al cielo”.
Y al lado:
“Escribe el cielo
una carta de amor
cada mañana”.
una carta de amor
cada mañana”.
En ambos haikús aparece la palabra escribe, como si fuese eterna. La eternidad radica en lo que se traza. Somos el trazo de un horizonte. Y el cielo es el más lejano. Un epitafio soporta toda certeza: lo que oculta, los huesos, ilumina desde lo que dejó dicho como deseo. Por eso el cielo responde.
Los extremos, las dimensiones. El tamaño del Universo, comparado con la mínima presencia de un insecto:
Los extremos, las dimensiones. El tamaño del Universo, comparado con la mínima presencia de un insecto:
“Cansada de vivir
una mosca suicida
en mi taza de té”.
una mosca suicida
en mi taza de té”.
La mosca tiene conciencia del tiempo. Tiene conciencia de su cansancio.
“Mientras,
La Vía Láctea
en mi taza de té
cada mañana”.
La Vía Láctea
en mi taza de té
cada mañana”.
Eternas, las constelaciones asoman la nata de la leche. Un té con leche también podría ser la tumba de una mosca.
Bella esta poesía, tan breve como el aliento. Tan sabia como quienes la inventaron, como quienes nunca la dejarán morir.
Bella esta poesía, tan breve como el aliento. Tan sabia como quienes la inventaron, como quienes nunca la dejarán morir.
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