martes, 30 de agosto de 2016


La inmensa nitidez que procura la noche

Por José Miguel Méndez
Reflejaré un espacio poético muy íntimo con la absoluta conciencia de saber que la poesía es indomable. Tan libre, como otear el cielo abriéndose más con sus infinitos mosaicos. Aún sabiendo de lo inefable de la poesía, el ser humano es capaz de hacer hermenéutica de la belleza que navega en el pensamiento y nos aproximamos a su creación, interpretamos el mundo con la literatura y nos nutrimos de su presencia entre amantes.
Wafi Salih recobra a través de sus palabras una intensidad y una consonancia en su haikú, aparece en su discurso poético el elemento de la noche, entre una amplia gama expresiva y no aparece como una palabra que tiende a descifrar un tiempo frente a nuestros ojos, no aparece de forma fortuita, ni azarosa, aunque exista cierta ingenuidad en su frescura al nombrarla; una fuerza minimalista va más allá de la contextura,  forma un inmenso implorar, bifurca los gestos, nos contagia en paisajes que enarbola en sí misma la complejidad del pensamiento existencial. Este lenguaje nos sacude a una angustiada manera de palpar el universo escritural, clama la sublimidad de vivir desde su propia brevedad contemplativa. 
Los griegos de la antigüedad se atrevieron a visionar que dicho elemento de la noche significaba lo ilimitado e indefinido, se percibía  una visión entre lo apolíneo y lo dionisíaco. Para referirse al estudio del infinito, vale citar lo siguiente:
“…los pitagóricos incluían “lo finito” en la serie de la “tabla de oposiciones” en la cual se hallan la luz, lo masculino, etc. Y “lo infinito” en la serie de dicha tabla donde se hayan la oscuridad, lo femenino, etc… …pero debe tenerse en cuenta, que “lo infinito” es en los pitagóricos –o mejor dicho, los pitagóricos “presocráticos“- más bien “lo indefinido” lo que carece de forma, figura, proporción orden.” 1
La noche vendría a corresponder a la oscuridad, al infinito, es femenina, intensa, sin límite aparente, prescinde de líneas fijas, se dinamiza espacialmente en mosaicos de Van Gogh, induce a perderse por la ausencia de la luz y tener un encuentro con el extrañamiento. Al existir por un atributo propio nos deja hasta sus misterios. Lezama Lima se refirió a la noche como “maestra de pausa” 2, la serenidad donde curva esa geometría del rocío. La ciencia sería insuficiente para precisar la noche, porque el lado humano y sensible también se enriquece cuando acudimos a la fuente del imaginario, que sería lo que recobra en los pensamientos más indescifrable de los seres y nuestro alrededor.
Gastón Bachelard en su refinada visión poética y filosófica manifestaba que la noche vendría siendo un elemento del universo que es posterior a la casa, primero sería el yo, el refugio del hogar donde mora y “alberga el ensueño”3, “el principio unificador y además se “multiplica el consejo de continuidad”5, el espacio íntimo donde expresa ”el primer mundo de los seres humanos” 6, dicha lógica se atribuye en la razonable explicación que partiría de que el ser humano, al tener contacto con la ventana, sería el contacto con el universo, espacio donde emanaría la dialéctica en sí misma, la ensoñación propia de la imaginería.
Discernir el espectro del lenguaje de Wafi Salih sería en sí, un acto de captar su ahondamiento con el maravillarse ante las cosas, un afán de volver al lugar en su máxima territorialidad, donde se extiende más la realidad recreada, pernocta en un arropar toda la intensidad poseída en ella, pareciera sentir en ella que vive como escribe, leer el discurso ante la noche es respirar el primer acontecimiento con su entorno ante su escritura. Es ella.
TERNURA
Desde el umbral
de una espera sin nombre,
la noche en tus ojos
amanece
ajena al frio de mi casa.

Su poesía despoja una diversidad geográfica captada sobre la nocturnidad, manifestándose en cada perspectiva que existe. En ella, ese relieve poético muestra pictóricamente un sueño germinando la noche con la precisión de fotografiar fluidamente, en una voz donde al iniciar la llegada de la amparada del oscurecimiento, en el instante mismo del centelleo de la luz lunar, las estrellas contornan el movimiento.

Cerrando
           los ojos se juntan
           todas las noches

Ella plasma la absoluta irradiabilidad, reposa el razonamiento de una estrella en las palabras, conmueve en el lenguaje a la habitación en calma y así:

La noche.
mira la noche
en el estanque
La huida brevísima es retratada, arropa en pocos trazos esa sensación de la noche reflejándose en el agua que ondula en el estanque, su lenguaje es asombro, descubrimiento, sensación de un beso robado, es un catálogo de arte flotando en el río y perdiéndose en un caudaloso sonido de las aguas.
MIRANDO DESDE LA COLINA
Un pueblo
en el alto silencio,
escribe la luz
en su desamparo.
La imagen de la noche
 disuelta en el agua
Y a la vez la misma imagen es naturaleza vivificada, lo que está arriba desaparece en mayor precisión visual –adquiere textura plástica-. El efecto de la noche también se logra evidenciar en las pequeñas estancias donde pocos se atreven a descifrar el sigilo.
Brilla, brilla
como un lirio mi ciudad
entre nubes

                                                                             Mientras duermo
                                                                             deletrea la noche
                                                                             el aguacero

Para el amante
unos ojos pueden iluminar
la noche entera

                                                                            Medianoche
                                                                            esta tormenta
                                                                            trae tu voz

La noche puede demostrar en poco espacio escritural, un permanente contagio ante el amor o ante aquellas cosas inefables de la pasión pascaliana. Su poder centrífugo logra novelarse, plantea el sentimiento, la reminiscencia y la poesía es sujeto, porque dentro de su lenguaje el pensamiento del ser aparece creando una atmósfera  de sensual parsimonia, la sublimidad está presente en su haikú, donde una vez leída su poesía, nos suscita a la absorta meditación y a la reflexión.
Amado ingrato
la luna de esta noche
me pertenece

                                                                             Amor de ayer
                                                                             a los pies de la noche
                                                                             una  fragancia

Me refleja
en el agua de tus ojos
la noche

                                                                              Besa la noche
                                                                             los labios del amante
                                                                             abandonado                                                                              

 Un relámpago
 tus ojos en el papel
 describen noche

                                                                               Cuando estoy sola
                                                                              dice tanto la noche
                                                                              sobre el tejado

 Un vidente
 quien ve las estrellas
 y ellas le hablan
La poesía es capaz de alternar el volumen de lo sucedido, despierta su agudo cinetismo debido a que crea un efecto desde una escenografía verbal y el plano desplaza la textura imaginaria del lector, acudiendo a ciertas variantes percibidas dejando una fantasía auténtica. Es dinámica.
Llueve y llueve
la luna en pedazos
sobre el río
Una mujer al estar frente a un puente, es la plena comunión con la poesía y si el alma está quebrantada debe volver a la virginal cuenca donde puebla. En la antigüedad, las mujeres utilizaban una canastilla de madera para adivinar el anunciamiento de la llegada de la primavera que despide la estación nocturna y al recoger hojas secas y almendras, debían colocar el bagaje vivido en una página escrita, plasmando el umbral del sentimiento donde nacería el estupor para revolotear la existencia y la permanencia. Wafi Salih tiene la carretilla de madera y ya proclama su sendero literario que llega a múltiples rincones del mundo.
Una vez en una tienda de persianas, un señor con barba blanca contaba una historia en que en un antiguo establo se reunían mujeres con guirnaldas, los hombres tendían girasoles y caracoles sobre sus pies y debían tocar panderetas para que los años no fueran un letargo. Ellas se soltaban el cabello y con nácar y miel, se bañaban  danzando al ritmo de las panderetas. En ese afán relatado, la siento en ella: la literatura femenina venezolana tendrá sus imágenes en la memoria de los amantes de la literatura, Wafi Salih es imagen y esencia trascendida en su voz frente al misterio, repercutirá más allá en el balcón en donde se traducirán la quietud, las persianas se abrirán y mientras un secreto arrulla en el quiebre del río, ella seguirá viviendo en esa inmensa nitidez que procura la noche.
Cuando yo muera,
todas las estrellas
estarán encendidas



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bachelard, G. (1958) La Poética del Espacio. Fondo de Cultura Económica. 
Ferrater, J. (1999) Diccionario de Filosofía. Editorial. Sudamericana, Buenos Aires.
Lima,  J. (2006) El Reino de la Imagen. Editorial. Biblioteca Ayacucho, Venezuela.
Salih, W. (1990) Los cantos de la noche. Universidad de los Andes.
Salih, W. (2006) Huésped del Alba. Monte Ávila Editores Latinoamericana.

CITAS TEXTUALES
1. Ferrater, J. (1999) Diccionario de Filosofía. Editorial. Sudamericana, Buenos aires.
2. Lima, J. (2006) El Reino de la Imagen. Editorial. Biblioteca Ayacucho, Venezuela. P. 473.         
3. 4 Bachelard, G. (1958) La poética del espacio. Fondo de Cultura Económica. P  29.

5. Bachelard, G. (1958) La poética del espacio. Fondo de Cultura Económica. P  30.

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