Silencio, meditación y resplandor en Pájaro de Raíces de Wafi Salih.
Pedro Pérez Aldana
1) Silencio, una forma
de abordar la palabra.
“No hables si lo que vas a decir no es más
hermoso que el silencio” 1.
Cuando se trata de abordar el silencio desde la palabra misma,
es como escudriñar un hueso hasta hallar la sustancia, ese tejido fibroso y
cartilaginoso, la medula que lo envuelve, que se derrama en él y se deriva de
él, es decir su esencia, su vitalidad, y no esa figura del imaginario necrófilo
que se tiene del hueso como una estructura inerte, sino más bien que da vida en
el sentido de la regeneración propia de su tejido óseo; así es el silencio en
la palabra misma, se abre se regenera en luz, candil, abertura inmensurable en
la vastedad del discurrir poético que se abre paso en Pájaro de Raíces de Wafi
Salih, de allí que la poeta nos incita en: Tortuga, pág. 10, dedicado a Pedro
Cuartin, a oírla dentro de un contexto de paz y plena armonía.
TORTUGA
Una piedra
tallada
de secretos
Lanzada
lentamente
al infinito
frágil y resguardada
como un pedazo
de Dios
caído.
Es una forma de ceder ante el asombroso hecho de hallarse
inmerso en una extraña confabulación donde hasta Dios se despoja de sí mismo,
anclado y sepultado en un mar silencioso, donde tal vez esconde su propia
derrota.
Pero habría que reflexionar en torno al silencio, el silencio
marcado por la soledad, el desasosiego, el silencio que demarca el propio
lenguaje poético y lo transforma en viva voz reveladora, donde hasta los dioses
se hacen cómplices del silencio, pero a su vez dejan una estepa marcada por la
palabra en signos refulgentes, de un lenguaje limpio, puro y digerible, listo a
servir a la mesa de los mortales.
Con la premura de hacerse sentir, con la sutileza de la palabra
hecha poesía, con la imagen floreciente en cada signo de su invención,
eyectable ante la adversidad, con una capacidad casi mágica, salvadora, Wafi
Salih en un maravilloso intento de apartar lo impuro, nos somete a juicio y nos
presenta: Búho, pág. 15, de repente se me ocurre la firme idea que la poeta
pretende alejarnos sigilosamente de aquello que nos perturba.
BÚHO
Suspendidas
en el viento
las ramas
de la noche
Se ahondan
frágiles
en mí
Aislando
al pájaro
del canto
amargo.
Existen elementos suficientes para determinar que Wafi Salih en
ese tránsito de su discurso poético, elaborado y macerado desde el silencio, se
refugia en la contemplación emotiva de los recuerdos, sean estos vivenciales o
efímeros, pero que a final de cuentas en la construcción del poema se nutre de
un extraño magma que se derrama sobre él y descifra una imagen perfecta,
reverencial, mágica, sutil, frágil, que alivia los dolores del alma y el
espíritu, no como apunte referencial religioso de la cultura occidental, sino
más bien en esa búsqueda perenne del ser humano consigo mismo, aquella que ni
el mismísimo San Agustín pudo descifrar; por consiguiente siguiendo el hermoso
canto, la poeta presenta: Nieve, pág. 19, dedicado a Adriano González León, y
nos devela la pureza a través del texto.
NIEVE
Soplo
lo blanco
lo levanto
y lo veo
partir
Como palabras
en el papel
borradas.
En Pájaro de Raíces el camino es lento, la poeta impone un ritmo
silencioso, marcado por una poética de signos e imágenes reveladoras; hay
quienes sostienen como el caso de Haya Segovia que: “El haiku es la
expresión de un silencio profundo”2, apreciación compartible, tomando en
cuenta la rigurosidad de su composición y la estructura clásica, el asombro y
la contemplación estética de la belleza y el éxtasis que produce en el creador.
Wafi Salih no imita, ni transgrede los principios de la poética
oriental japonesa, por el contario en Pájaro de Raíces ocurre algo
extraordinario, la poeta dice mucho desde el silencio como lenguaje propio; en
este lado donde nos fue impuesta por razones de historia y dominación la
cultura occidental, pero que además la poeta utiliza la brevedad de la palabra
como signo anunciador de algo por descifrar, usando para ello la fina
exquisitez de una economía del lenguaje, que solo ella sabe entenderse con el
discurrir de las palabras; de allí que: Jardín, pág. 21, nos dice.
JARDÍN
El ritmo
vidente
de una cigarra
de verbo
enloquecido
Encarna
el cielo
húmedo
de una flor.
Extasiarse, quedar tambaleante, con falta de aire, con ganas de
liberarse de sí mismo, ahssssssssss, sin fingidos suspiros, en la quietud de un
profundo silencio para comprenderlo todo y volver al origen del poema; el texto
en su esencia pura, de allí la poeta nos conduce a: Espacio, pág. 22, con una
hilaridad discursiva perfecta.
ESPACIO
¿Hay barreras
en el aire?
Yo lo sé
lo sé.
La economía de su lenguaje, que a la vez lo dice todo, que te
aprehende, que te sumerge en códigos secretos que te indican la solvencia de la
palabra y la brevedad del texto que cierra casi de manera cíclica; presentando
el poema: En el Agua, pág. 23, como queriendo indicar cual es el camino para
transitar desde el silencio hacia el silencio, en la eterna búsqueda del ser
humano de encontrarse consigo mismo como una vía para comprender la existencia
y la convivencia con la otredad en el transcurrir de los tiempos.
EN EL AGUA
El sapo
acerca la charca
Cuando croa.
Claro está, que Wafi Salih sabe cultivar a través de su poética
del silencio, su visión creadora, desde su forma de asumir el mundo y las
variables de las culturas; oriental y occidental, pues ella sabe muy bien
interpretar los códigos del silencio en ambas culturas, por un lado la
occidental que la habita y la oriental del cual desciende, llevando sobre sí,
la herencia de los antiguos fenicios y del devenir histórico de las
comunidades cristianas y musulmanas de oriente y occidente, donde el silencio
aborda los códigos, el andamiaje religioso, la oración, los signos, las imágenes,
el respeto y la proximidad hacia una poética breve, clara y pura, deslumbrante,
donde aquellos que como Wafi Salih se atrevieron a decirlo todo, en la brevedad
de su esencia poética.
2) Meditación, esencia en el discurrir poético.
“Nada es imposible al que practica la
meditación, con la meditación nos hacemos dueños del universo”3.
Lao Tsé.
Las enseñanzas del sabio maestro Lao Tsé junto a la filosofía
milenaria taoísta, se basa fundamentalmente en ese análisis pleno
sobre la naturaleza y el sentido de la existencia y la convivencia del ser
humano con ella misma, también Li Po trató de buscar ese acercamiento divino y
como regalo de los dioses, gracias a la satrapía de reyes,
villanos y gobernantes fue desterrado y echado al olvido, razón que
lo condujo por espacio de diez años a vivir errante y buscar refugio en la
naturaleza, para así poder meditar entre los árboles, rodeado de flores,
alejado de la muchedumbre, en eterna sintonía con el aire, los campos y las
estrellas; de allí que su obra poética está llena de un esplendor radiante,
logrado a través de signos e imágenes que marcan la notoriedad de su silencio y
meditación en un ambiente pacífico, donde la paz transcurre en una armonía
perfecta con la naturaleza.
Wafi Salih, conocedora de ambos creadores, me refiero a la
actitud filosófica y poética que los embarga, trata de crear sus propios
códigos, sus propias imágenes, es decir su propio lenguaje y su propia forma de
meditar en medio del silencio, no precisamente rodeada del paisaje conmovedor
de Li Po y su destierro; sino en ese paisaje de la urbe moderna, llena del
ensordecedor ruido de la ciudad, smog, grandes edificios, casas, calles,
avenidas, total: la selva de cemento, donde cualquier Juanito Alimaña se las
juega a punto de triquiñuelas, balas y mentiras; que más destierro para la
poeta en su inmensa sensibilidad, cuando la modernidad asesinó las flores y los
árboles en nombre del progreso, cambió los libros por la internet, el amor por
el sexo y los sentimientos por el consumismo; más sin embargo Wafí Salih en
Pájaro de Raíces emerge de manera valiente y es capaz de lanzar su palabra que
se derrama en el poema mismo, de allí nos muestra: Camino de Montañas, pág. 25,
y medita sobre la noche, la palabra, el aire y la nada.
CAMINO DE MONTAÑAS
Era
la noche
de palabras
curvas
Suelta
en el aire
cercana
a lo imposible
Hallada
de sí
Al otro
lado
de estar
Limpia
hasta la nada.
En esa secuencia: noche, palabra, aire y nada, surgen como
códigos secretos que cualquier mortal le serían imposible de descubrir sin
recurrir a la rigurosa y delicada meditación, en ese afán de acercarnos a la
nada que bien puede interpretarse como la negación de algo existente o
inexistente, la mismísima muerte, cual sea el cristal con que se
mire, ya Heidegger, Hegel, Sartre y otros, debatieron insistentemente sobre el
tema, al igual que los griegos, los matemáticos, físicos, y hasta metafísicos
con las variantes aristotélicas y kantianas de la era moderna y post-moderna.
Pero a resumidas cuentas, como dice la también sabia filosofía
popular, la poeta oculta sus códigos, sus imágenes y sus palabras a la luz de
aquellos que se atreven a descifrar una nueva manera de abordarlo todo en el
imaginario del ocurrente y concurrente descifrador de la palabra; la poeta nos
aborda en: Piedra, pág. 34, en una inusitada forma de meditar.
PIEDRA
Muda como un secreto
me revelo
en tu contemplación
Busco
mi origen en ti
Mi alma
Dura
Inmóvil
atemperada.
He aquí una forma de decirlo todo y a la vez en negarlo todo, es
una extraña forma o manía que Wafi Salih se propone, no sé con qué intenciones,
lo que sí es palpable o al menos digerible, es que la poeta nos envuelve en su
divinidad, en su máxima expresión de arrastrarnos a la búsqueda del encuentro
con la esencia de su poética, donde difícilmente se escapa sin transitar entre
signos reveladores, imágenes confusas y la dulce contemplación de hallarse
inmerso y condenado dentro de su selva, su mundo, su imaginario, tal vez
parecido al que tarareábamos en los 80s, recordando a Henry Fiol y su Juanito
Alimaña.
3) Resplandor, claridad de la palabra hecha poesía.
“El amor consuela como el resplandor del sol después de la
lluvia”4.
William Shakespeare.
La palabra hecha poesía, la brevedad en la manera de construir
el poema, esa manera de abordar el lenguaje poético en Pájaro de Raíces de Wafi
Salih, esa forma mágica y a la vez sugerente, nos llama a compartir los
espacios de la luz, así como la máxima de Shakespeare citada anteriormente, nos
refiere al amor como algo sublime y en verdad que lo es, quien se atreve a
negar la sublimidad del amor, pero además es importante dar una mirada al poder
del resplandor en esa imagen maravillosa que produce una puesta de sol, luego
de una lluvia, como si ocurriera en nuestro trópico, tomando en cuenta los
factores climáticos de acuerdo a la ubicación geográfica en la Zona Tórrida de
América del Sur; esto representa un simple ejemplo al imaginario interpretativo
a lo dicho por Shakespeare dentro del contexto nuestro; así se muestra el
resplandor en cada texto poético que encierra Pájaro de Raíces de Wafi Salih,
candil encendido a los que se niegan a percibir y recibir la luz, luz brillante
y luminosa para comprenderlo todo, visión profética y creadora que rememora la
creación, el “hágase la luz” de los primeros días, secuencia
del camino que nos conduce a converger al lado de la iluminada, en este nuestro
caso la poeta, quien de manera confesa nos revela sus secretos a través del
silencio, la meditación y el resplandor dentro de una poética que solo ella
sabe mostrar; por ello nos invita a: Rocío, pág. 36, para indicarnos la
solvencia y el resplandor de su poesía.
ROCIO
Me celebra
El goce
de la luz
en el agua.
Fino, claro y cristalino es su lenguaje, frágil, sigiloso, que
muestra la luz, que guía a los incrédulos, que resurge como un rayo, certero e
inequívoco, a proseguir el camino recto, con la hilaridad de su poética, como
una constante luminosa, Wafi Salih sigue en su afán de enmendarlo y arreglando
todo; y aparece de nuevo en: Nenúfares, pág. 41, anhelante, atinando las
vivencias del ser.
NENÚFARES
Despierta
derramado
en la pupila
Un sol
cercado
de tupidas
plumas
Pájaro
del anhelo.
De allí que volvemos a esa reiteración incesante que la poeta
traza en su discurrir poético, con una fina exquisitez de su lenguaje, donde
continúa mostrándose, eso forma parte de su oficio, esta vez en: Mirando desde
la colina, pág. 49, donde nuevamente presenta su silencio, su luz y su
resplandor.
MIRANDO DESDE LA COLINA
Un pueblo
en el alto
silencio
escribe
la luz
en su desamparo
La imagen
de la noche
disuelta
en el agua.
Paso a paso, Wafi Salih sigue el ritmo de la imagen, los códigos
y el alumbramiento, no descansa, continúa en su andar y presenta: Gallo, pág.
55, con una secuencia insistente, asequible y perdurable.
GALLO
¿Qué garganta
afila
el canto
y presagia
la mañana
en la encendida
cresta
del alba?
Interrogación a lo intimo, a lo que nos pertenece, a lo soñado,
al presagio del día, a la elocuente palabra, a lo que la misma poeta pareciera
indicarnos, todo el resplandor radica en la hilaridad de la
composición poética de cada texto, donde el silencio y la meditación no escapan
para nada de su estructura creativa y comunicante, en esa misma línea hacia el
brillo de la palabra, la poeta nos seduce en: Rosa, pág. 69, no como meros
lectores, sino como participes de su máxima expresión poética.
ROSA
Pétalos por alas
Húmeda
Perfecta
contenida
Rosa
Roja
Como una
encendida.
El resplandor que da luz al poema escrito, ese juego
vital, que se desnuda en su esencial plenitud, que responde al interés supremo
del amor, como lógica para el bien vivir, poeta que transita el silencio y la
palabra, la meditación y la reflexión, el resplandor y la luz, poeta de una
riqueza espiritual en la exactitud de la palabra escrita, en la brevedad de su
lenguaje, por ello en: Formas en la hierba, pág. 74, dedicado a Alejandra
Bracho, cierra magistralmente el compromiso escrito que da vida a Pájaro de
Raíces, no sé sí de manera intencional o por mera circunstancia del universo
que permite la secuencia de su discurrir poético.
FORMAS EN LA HIERBA
Enfiladas
son piedras enormes
las colinas
Inmutables
Al borde
a los pies
indiferentes
a la grandeza
Las lilas
El resplandor precoz
de las dalias.
Asi se cierra uno de los más hermosos libros escritos por una
mujer comprometida con la vida, la paz, la solidaridad, que convive y vive en
el inmenso amor a la humanidad, donde el marcaje de su creación poética esta
signada por el silencio, la meditación y el resplandor, ya Luis Alberto Crespo
escribiese “La efusiva mudez”5, a manera de prólogo, donde
señala “quiero privilegiar las virtudes de una poeta que destaca entre
los seguidores de este estilo o conducta estética, la cual ha hecho vida
continua en la poesía callada, escrita al borde, en la línea del resplandor.
Ella es Wafi Salih”6.
Por consiguiente, así es la poeta, pura, limpia, de una
sensibilidad a flor de piel, con una estética del lenguaje que la ubica en un
sitial de honor dentro de la poesía contemporánea venezolana, basta con
entender sus códigos y signos, o por el contrario enredarse en ellos, en una
inmensa red de silencio, donde la meditación como elemento para la reflexión
nos conduzca al maravilloso encuentro con el resplandor y la luz de su
discurrir poético.
NOTAS:
2.- Haya Segovia
Vicente. Iniciación al haiku japonés (Clásicos). Universidad de Sevilla.
5.- Luis Alberto Crespo, La efusiva mudez. Prólogo de
Pájaro de Raíces.
6.- Salih Wafi, Pájaro de Raíces. Dirección de Cultura,
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. Barquisimeto. Venezuela.
2002.
Pedro Pérez Aldana.
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