Salih, nació en
Valera donde los grandes Ramón Palomares
y Ana Enriqueta Terán, también vieron por primera vez la luz. Sin embargo Wafi
no solo pertenece a los paisajes de Valera, su sino es la dualidad, alimentada por su
ancestralidad. Desde pequeña luego de su regreso de Medio Oriente en
plena guerra entre Israel y Líbano. Wafi se reconciliaba con su país
caribeño -Venezuela- por medio del lenguaje. La hondura memorial de sus padres
arraigo en ella el silencio pleno, el
que está poblado de plenitud. El que busca espacios de luz en el aire. En los noventas esta atractiva mujer de rasgos árabes con el encanto del trópico es seleccionada
por La Universidad de los Andes para dar vida a su primer poemario "Los
cantos de la noche". Ya en ese
primer libro se vislumbra su poder de síntesis,
una concatenación de haikus daban estructura a la concreción y lo
sucinto, de su poesía. -En el 2011 la vida y sus pasadizos pone ante mí, los libros de la poeta, grata compañía hasta
hoy día. Un amigo poeta al conocer de mi interés por la brevedad que Salih logra, me dijó -ella
no escribe Haikus pues no siempre cumple la métrica y la intensión de este género. -Yo
le conteste -ciertamente, ella creó un mundo inédito, amalgamo las bases simbólicos de lo japonés, lo
perecedero de medio oriente y el mestizaje de lo venezolano, creando una voz de
características universales, a mi juicio poesía en estado puro. Esta discusión
agudizo en mí la necesidad de
seguir escudriñando la luz que irradian
sus textos. Wafi Salih, la exponente de un modo de hacer poesía sin macula, es
considerada maestra del verso esencial, que atrapa el instante con tierna elegancia.
José Miguel Navas
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