miércoles, 20 de enero de 2021

José Miguel Navas

 

      Salih, nació en Valera donde  los grandes Ramón Palomares y Ana Enriqueta Terán, también vieron por primera vez la luz. Sin embargo Wafi no solo pertenece a los paisajes de Valera, su  sino es la dualidad, alimentada por su ancestralidad. Desde pequeña luego de su regreso de Medio Oriente en plena  guerra entre Israel y Líbano. Wafi se reconciliaba con su país caribeño -Venezuela- por medio del lenguaje. La hondura memorial de sus padres arraigo  en ella el silencio pleno, el que está poblado de plenitud. El que busca espacios de luz en el aire. En  los noventas esta  atractiva mujer de rasgos árabes  con el encanto del trópico es seleccionada por La Universidad de los Andes para dar vida a su primer poemario "Los cantos de la noche".  Ya en ese primer libro se vislumbra su poder de síntesis,  una concatenación de haikus daban estructura a la concreción y lo sucinto, de su poesía. -En el 2011 la vida y sus pasadizos pone ante mí,  los libros de la poeta, grata compañía hasta hoy día. Un amigo poeta al conocer de mi interés  por la brevedad que Salih logra, me dijó -ella no escribe Haikus pues no siempre cumple  la métrica y la intensión de este género. -Yo le conteste -ciertamente, ella creó un mundo inédito, amalgamo  las bases simbólicos de lo japonés, lo perecedero de medio oriente y el mestizaje de lo venezolano, creando una voz de características universales, a mi juicio poesía en estado puro. Esta discusión agudizo en mí la necesidad  de seguir  escudriñando la luz que irradian sus textos. Wafi Salih, la exponente de un modo de hacer poesía sin macula, es considerada maestra del verso esencial,  que atrapa el instante con  tierna elegancia.

 

                                                                                                    José Miguel Navas

 


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