Wafi Salih, Dos
Tendencias
Wafi Salih ha titulado su primer poemario
Los Cantos de la Noche (Mérida, ULA, Dirección de Cultura y Extensión, 1996).
Poema y verso breve, la serenidad
contemplativa del haikú domina a unos textos y en otros se revela la
frondosidad apasionada de una erótica oriental. Estos últimos se perciben más
logrados y genuinos. Más extensos manifiestan mayor dominio de la materia
poética: “Afandi”, “Beduino”, “Samar”. El poema breve parece que represa una sensualidad y erótica
que bajo la vestidura oriental se percibe más cercana a su voz y sentir. Estas
dos tendencias no se integran y lo cierto es que el poemario se debate entre
dos tendencias.
Lo nocturno no es el eje constitutivo del
libro. Sólo mencionaba en algunos poemas, no es la noche presencia esencial, ni
el territorio romántico de la revelación y el misterio “Abismos/ que palpitan/ la voz / y los sonidos / en el umbral / de cada
noche”. Si se puede pensar que este texto niega la afirmación anterior, hay
que señalar que no predomina ni como atmósfera o tono. Lo luminoso se impone
sobre lo nocturno, lo que es fácil de demostrar. Al cuantificar los términos
que se asocian a lo nocturno y a lo luminoso, predominan estos últimos. La
oscuridad surge de la luz y no al revés, como lo establece la simbología
tradicional y la cosmología, escribe entonces: “en una claridad/ que me enceguece” y “me enceguece / el resplandor / de tu cuerpo”. Imagen más cercana a
la mística, la luz enceguece. Y, habita en la noche: “en el cálido sol/ de mis noches”. Entonces, habría que
preguntarse: ¿De dónde viene esa noche? ¿A cuál se refiere?
Desterrada
como
un fruto
maduro
que
cae
Me
contiene
una
sombra
En
silencio
como
signo
de
la nada
me
haces suya
y
me dispersa
La noche es la del desarraigo, el desamparo,
la sombra que la contiene. Desde el poema inicial donde se lee: “¿Regresaré / sin mí / a alguna parte?”
hasta el último que finaliza con “Marca
mi paso / de perfil / huyéndole / a todo”, se establece un recorrido poético
que evidencia el transitar que no descubre asideros ni pertenencia: “No encuentro / espacio para mi alma /
enmohecida”. Y así se impone una imperiosa necesidad de huída: “Prófuga / como un alga / he tocado / la
orilla”.
María
Antonieta Flores
Domingo 14 de
Septiembre de 1997
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