VIAJE
HACIA EL DESENTRAÑAMIENTO DE UNA POÈTICA O LA BUSQUEDA DE LO INSONDABLE
“Wafi
Salih nos salpica de vivencias de la imaginación, de desvío sin extravío y de
ensueños soñados en
el regazo de la vida misma. En fin, es una voz que brilla desde el silencio de
una noche oculta”. (Carlos José
Montesinos Vìez, p.1).
El libro Wafi Salih: en el tránsito de sus
noches en llamas (2020), aventura verbal escrita por Carlos José
Montesinos Vìez, supone una especie de “viaje hacia el desentrañamiento de una
poética o la búsqueda de lo insondable”. Prácticamente es una exégesis intensa de la variada obra de Wafi
Salih en cuanto al sentir, lo vívido de la experiencia y el sentido del “ser
poético”. En esta exploración el autor desciende hasta la morada ensoñadora de la poeta Wafi Salih,
mediante un vigoroso ejercicio de lectura, para
aprehender, registrar, penetrar e identificar la transparentada palabra
fundadora de la densa textura de su universo imaginario. Sin embargo, como
Montesinos re-conoce la confluencia de “tensiones metafóricas” que configuran
el discurso de sombras encendidas de Wafi Salih, él nos guía e incita bajo el
influjo de la poeta a un acercamiento, apreciación, deshilar y celebrar la
irrupción de las “esencias poéticas”
“Wafinas” flotando en la intemporalidad del reino de lo inasible.
Pudiéramos preguntamos: ¿en virtud de
qué intuición partimos a los fines de sostener inciertamente esta pretensión?
Ahora bien, para hundirnos más en nuestro desacierto tomemos en cuenta dos
aspectos: Un primer aspecto sería si consideramos la posibilidad de que tan
sólo un verso podría ser suficiente en cuanto al despertar de esta sospecha.
Por ejemplo, esa unidad expresiva y vigorosa de Wafi Salih que manifiesta toda
una carga potencial palpitante dispuesta en el “azar concurrente” lezamiano nucleado en la imagen de la insomne
nocturnidad.
La palabra dada en plenitud de
trascendencia es uno de los sentidos que se deslizan sutilmente por las
costuras del poema y Wafi Salih nos la entrega desprendidamente en una danza
sinestésica donde despliega su vertical ascenso, para que desde las cenizas
evocadas se re-descubra aquella lumbre prometeica: “…Pongo las palabras en mi
noche, luz vencida de inmóviles alas”. Por cierto, fragmento citado en la
sección: “La imagen de la obsesión en la poética de Wafi Salih”. Poema, “Un
País Anegado”, tomado por Carlos Montesinos del libro El Dios de las Dunas” (p.
36). A su vez, verso con el que elogiamos la profundidad valorativa, análisis
comparativo y contextualización fundada en voces de reconocidos escritores, en
cuanto a la obra de esta autora venezolana titulada: Wafi Salih: en el tránsito de sus
noches en llamas (p. 30).
Como un segundo aspecto, notamos que ese
viaje de carácter exploratorio en función de plantearse un acercamiento o con
la intención de revelar lo impalpable que se suscita en esta poética, propuesto
en Wafi
Salih: en el tránsito de sus noches en llamas, aguarda un conjunto de
implicaciones inagotables debido a las incertidumbres, intensidades, tensiones,
multiplicidad de sentidos, el coctel de explosividad emotiva, la sublime
instantaneidad deslumbrante, lo insondable y escurridizo que se constituye en
el vasto lenguaje tejido de “esencias
poéticas”. Allí, espacio del “dulce abismo” donde la poeta Wafi Salih o “El
poeta es el sacerdote de lo invisible” (Wallace Stevens, Adagia, 2017, p. 61).
El tratamiento que le imprime Carlos Montesinos a esta reflexión termina
por ubicar a Wafi Salih en la vertiente de la poética del dolor. De acuerdo con
el enfoque manifiesto en el párrafo, como una pequeña muestra que más adelante
referiremos. En tanto, podríamos dar por cierto y justificar que nuestro
abordaje se orienta en una dirección bifurcada: “viaje hacia el desentrañamiento
de una poética o la búsqueda de lo insondable”.
Con esta incursión nos permitimos
asomarnos y pretender percibir las tentaciones de una lectura y reconfiguración
realizada en torno al “discurso
metafórico” creado por la poetisa Wafi Salih. Al mismo tiempo, estimamos
ese “acto de interpretación placentero” ejecutado por Carlos Montesinos que
“implica la comunión con la palabra; flujo amoroso” que nos invita a disfrutar
de su “recreación” y arranque de este orden discursivo: Wafi Salih: en el tránsito de sus
noches en llamas.
La lectura e interpretación de ese
imaginario “Wafiano”, al decir de Carlos, es una “incitación al viaje pleno de
experiencias, a compartir puntos de vista y a examinar miradas enaltecedoras e
inéditas”. En fin, para ilustrar lo que afirmamos anteriormente, tomemos este
fragmento del aparte “Wafi frente a la sombra de una luz” que nos indica la
dirección de sentido en este crepitar lacerante, además de lo insondable y nada
fácil desenredar lo bello y sutilmente tejido en esta poética, tal vez, debido
a la vastedad, densidad, esplendor:
“Analizar la poética de
Wafi Salih, es entrar en la complejidad de un ángel, “ser” éste difícil de
descifrar debido a sus cualidades eternas de invisibilidades. Es una poética
callada y silenciosa que sólo un maestro ejercitado en su continuidad puede
alcanzarlo. Nuestra escritora pudiera ser calificada como parte de una clase
especial de poetas del sufrimiento similar a José Antonio Ramos Sucre, Teófilo
Tortolero, César Vallejo, Virginia Woolf, Alfonsina Storni, entre otros;
sufrían cósmicamente la existencia, es decir, el sólo hecho de estar vivo ya
les generaba sufrimiento”. (p.27).
Apenas recorridas las once primeras
líneas de esta nutrida y apasionada indagación en el adentro de este cuerpo
poético, “Wafiano”, nos encontramos con la perplejidad de que tal sondeo
propuesto se sitúa desde un horizonte de lo ilimitable, “lo abierto”. Ritual
conjugable tan sólo en la morada donde reina la ensoñación y aflora el instante
ante el sortilegio de la transparencia verbal. De tal modo, que quien intenta
aprehender y partir hacia esas profundidades asume el riesgo de precipitarse y
toparse al “entrar en la complejidad de un ángel, “ser” éste difícil de
descifrar debido a sus cualidades eternas de invisibilidades” (Ob. Cit.). Tal
vez, ¿aquel ángel terrible que emana como resonancia de la belleza rilqueana?
O, quizás, ¿se nos esté sugiriendo que el brillo de ese metal poético emerge
del misterio envuelto en las sombras abiertas de lo paradójico? Una
confirmación de cómo asciende la imagen del pájaro encendido en tonalidades
renovadas de luz es la captada en esta visualización: “…la poesía de Wafi Salih
renace de las profundidades de la noche para hacer oír la voz de la palabra que
se escucha en el silencio más profundo donde la noche deja de ser noche para
transformarse en oscuridad: Llama/entre la noche/más profunda”. (p. 4).
Carlos José Montesinos Vìez se asoma y
penetra en el claroscuro Caos incendiario del mundo imaginario de Wafi Salih,
considerando el horizonte poético en su plena vastedad como un acto de
búsqueda, atmósfera de fundición del adentro-afuera de lo cíclico en donde,
como asevera este autor: “el poeta transita con sus sueños, vivencias y
recuerdos el “fuego abrazador” atesorado en la incesante reminiscencia”. De
igual modo, tanto la reflexión de quien intenta captar la subjetividad del
hacedor como el acto mismo del creador, previa advertencia en cuanto a que:
“entrar en la complejidad de un ángel, “ser” éste difícil de descifrar debido a
sus cualidades eternas de invisibilidades”; ese recorrido hacia lo insondable
se torna en: “Viaje capaz de ofrendar una posibilidad para tejer un mundo de
cosas suyas, las que fermentan en el mapa de la evocación como mecanismo útil
de liberación y recreación” (p. 1). En tal caso, Wafi Salih lee el mundo
devuelto en “esencias poéticas”,
Carlos Montesinos nos entrega su ejercicio hermenéutico y los otros lectores
disfrutamos mediadamente el resultado de esa aventura luminosa.
El libro Wafi Salih: en el tránsito de sus
noches en llamas está dividido en diecisiete secciones, jornadas, trayectos,
capítulos, partes o como quiera llamársele. De esa estructuración partimos para
intentar referirnos, transitoria y sucintamente, a conexiones singulares de
cada parte consideradas por Carlos José Montesinos Vìez en su lectura
incitante. En virtud de su desprendida pasión por explorar subjetividades,
reiteramos nuestro desacierto de que está orientado su “Viaje hacia el desentrañamiento
de una poética o la búsqueda de lo
insondable”.
1.-Una llama en el viento. Con esta
primera sección se abren las páginas del libro de Carlos José Montesinos Vìez,
dedicado a la escritora, poeta y educadora Wafi Salih. Es una notoria,
entusiasta, intensa y entregada consagración para develarnos lo más recóndito
de la lengua poética de esta creadora. Mediante la mirada cautivada de este
autor apreciaremos tanto el vuelo lírico como la dimensión espacial ascendente
que signa esta escritura. Poesía de “carácter aéreo” en donde sujetos y objetos
nombrados que habitan sus textos “crecen hacia arriba”, señala este husmeador
de lo inasible, insondable o “esencias
poéticas”, al mismo tiempo,
“representados estos por: árboles, pájaros, vuelos, elevación, crece, alma,
aire”. Además, después de una exhaustiva revisión del cuerpo poético en cuanto
a la manipulación del adjetivo, hace comparable esa virtud a la efectividad de
Huidobro. Entre otras tantas observaciones que se nos comunica, se encuentra
una arquitectura poética “sucinta o breve, sencillez, lenguaje simple y pulcro,
y poesía de la revelación”. 2.-Un mundo de constelaciones. De antemano, la luz,
es el elemento que relaciona el todo,
identificado como “una constante oculta en el seno de lo nocturno”. Ese
núcleo pertinente configurador de un
universo imaginario se manifiesta de diversas formas. En el caso de Wafi Salih,
Carlos Montesinos nos muestra una secuencia de posibilidades presentes que confirman
este destello con los que se teje el mencionado mundo: “lleno de fuego, luz,
claridad, sol, estrellas, centellas, rayos, luna y brillo, dispersos todos, en
el regazo de una noche de constelaciones habitada por Wafi Salih”. 3.-Wafi
frente a la sombra de una luz. Independientemente de que tal simbología no haya
dejado de encontrarse esparcida en las páginas de la literatura,
paradójicamente, “La sombra en Wafi resulta de la abundante claridad que baña
su poesía, sin importar los abismos u honduras existentes”. Bajo esta fuente
resplandeciente “de la escritora emana “un sombreado de vida, evocaciones,
reminiscencias, como de lágrimas, dolor, sufrimiento, de insomnio y muerte”.
Sin embargo, una nota singular se desprende de la interpretación brindada por
Carlos Montesinos, y es que “Wafi Salih, hace de lo horrendo, de lo misterioso
toda una colmena de belleza que destila miel lingüística en el saboreo del
lector, tal como lo expresa Lezama Lima “Cada uno saborea las frases a la
manera de sus labios, o al menos, necesita que el tiempo se le vuelva sensación
en la boca”. 4.-La imagen de la obsesión en la poética de Wafi Salih. A la
silente operación poética la invade un torrente de imágenes “recurrentes o
reiterativas”. En tal caso, se tornan obsesivas o en esas circunstancias se
tiende a lo patológico. Es decir, “significa algo que dejó huella en la vida
del artista o del poeta”. Nos recuerda este autor que en el discurso metafórico
de Wafi Salih “gran parte de su poética
se baña de la imagen de la noche, de oscuridad, sombras, tinieblas, entre otras”.
Estas imágenes con las que se edifica una poética son identificadas
acuciosamente y oscilan entre “vida y muerte, luz y noche, claridad y oscuridad
constituyéndose en una línea de continuidad perenne que bullen del hondo cauce
del río de la poetisa”. En tanto, “Vida
y muerte, imágenes obsesivas desprendibles de la poética wafina. Y, ¿cómo
notaríamos su repetida presencia?, “a través de la luz, sol, día, noche,
sombra, atardecer, amanecer, oscuridad, tiniebla, entre otras”. Alojada esa
lava en el “archivo de la experiencia”, aunque ensalza “miedos, dolores,
conflictos e impotencias frente a realidades vividas”, una vez que estalla
“induce a la magia de la palabra como mecanismo de drenación o liberación
continua”, por ejemplo: “…Pongo las palabras en mi noche, luz vencida de
inmóviles alas”. 5.-La poesía wafina en
prosa. En este examen se nos aclara en cuanto al sentido implícito de este
“tipo de prosa narrativa” y exhibe un “aporte pedagógico, didáctico, literario,
lingüístico, histórico, sobre todo el sentido irreverente de la palabra que
insta a la autonomía de la escritura”. Además, los acontecimientos “se cuentan poéticamente” porque, según el
autor de este trabajo, son “el conflicto del alma, el dolor más hondo del
ser…”. Al mismo tiempo, que “Es el alma de Wafi Salih, teñida de la realidad de
la historia de un pueblo, su pueblo; objeto de masacre, injusticia y desprecio
llegando al grado, casi de un exterminio. 6.-Una poética de la irreverencia. En
esta jornada señala, Carlos Montesinos, la construcción del “mágico universo”
de la poetisa está circunscrito a la “irreverencia”. Sustentado por un
potencial “lenguaje con un fondo despectivo, crítico, intolerante, incisivo,
cortante, desafiante, humano, lleno de humanidad”. Por tanto, el imaginario de
Wafi Salih, la que a su vez se hace “su propia gramática” es emparentando al
“mundo anárquico de los grandes poetas” “(Vicente Huidobro, Mallarmé, Guillaume Apollinaire)”, los que
han trastocado el lenguaje. 7.-Cielos imaginarios (Cielos descalzos). En este
discurso se describe el mundo mágico de ese ayer atesorado, al decir de Aquiles
Nazoa, en “las monedas de chocolate debajo de la almohada de la niñez”. En la
hechura del texto predomina la “sencillez, precisión y la brevedad del
lenguaje” desenvuelto en la forma expresiva del haikú, la que permite un
encuentro con “la imaginación y la lengua de los escolares”. 8.-Vuelo de la
imaginación (Pájaro de raíces). Este vuelo imaginario abarca un radio
amplísimo de relación temática: “cósmico, místico, origen, agua, noche,
intimidad, lo irreverente”. A partir de esta variedad se establecen diferencias
o asociaciones en cuanto al tratamiento dado por Wafi Salih a esa fuente
nutricia. De tal modo, se recurre, en un primer momento, a Sor Juana Inés de la
Cruz, Vallejo y Ramos Sucre; con una segunda intención, a Nietzsche, Ramos
Sucre, Huidobro, Ana Enriqueta Terán; y, en una tercera referencia, apela a
Broch, Heráclito, Tales de Mileto, Jorge Luis Borges, de Federico García Lorca,
Antonio Machado, García Lorca, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Manrique. 9.-Una
música en el tiempo (Los cantos de la noche). En este
concierto de sonoridades en la temporalidad se pone de manifiesto la
trascendencia de la imagen de la noche asì como el poder evocatorio de la
palabra, lo lacerante y recóndito de una “conciencia del origen” vinculada a la
condición del errante donde aflora el
substrato cultural “árabe”. Por otro lado, no escapa la mirada desde el
“exotismo”, la “imagen del despojo” que
implica un “canto a la vida” y a “la historicidad de un pueblo” y el arquetipo
del padre. En fin, abarca una diversidad temática, como lo ha dispuesto este
autor. 10.-El erotismo estético wafino. Se encuentra al rojo vivo, es una
manera contrastante de concebir, contener, mantener en tensión y transfigurar
la textura incendiaria de los sentidos en una rebelión poética. Allí están las
conceptualizaciones diseñadas en el “Arts”
poético de autores de reconocida catadura como el “Marqués de Sade, Leopold
Von Sacher Masoch y Edgar Allan Poe”, de las que este husmeador de lo sublime e
insondable, Carlos Montesinos, realiza un collage de pareceres, para afianzar
luego precisar e identificar el poder encantatorio con el que Wafi barniza la
intensidad de su paisaje erotizante: “El erotismo wafino es un erotismo de la
palabra poética, de un lenguaje mágico”, se nos refiere categóricamente. Pero
al mismo tiempo, respalda la visión de la poetisa deleitándose al tomar algunos
fragmentos de Gabriel García Márquez, George Bataille, el Génesis del Antiguo
Testamento y Margo Glantz. 11.-La muerte en la obra poética (Los
cantos de la noche) de Wafi Salih. La forma de la escurridísima muerte
se visualiza desde la perspectiva estética clásica, romántica y de la tensa
mirada de Wafi, mediante el contraste conceptual anteponiéndola a “la instancia
de un “sueño” dentro de otro sueño que transita lo esporádico de la
existencia”. 12.-Reloj imaginario (Las horas del aire). Es la hora del
silencio en el exilio y de la orfandad, registros que asoma este diligente
inquisidor del sutil lenguaje de las sombras consteladas. Por lo demás, su
sensible tarea nos indica sobre la abundancia temática acopiada en este
discurso poético por examinar: “En este poemario wafino existe una gran
pluralidad de nociones en torno a la muerte, la vida, la soledad, el desamparo,
entre otros…”. 13.-Noche de muertos inexistentes (Vigilia de huesos). En
este segmento es abordada la especie discursiva haikú, se señalan antecedentes
en esta re-escritura como Octavio Paz, Mario Benedetti y Jorge Luis Borges. Sin
embargo, mediante una lectura comparativa es confirmada la notoriedad,
diferencia, irrupción, arrojo e incursión irreverente en este tipo de escritura
confeccionada por esta poeta venezolana: “Wafi trasciende y hace de la
naturaleza un problema existencial al universalizar la temática y la estructura
antes impuesta: “Florecen/ sobre una bosta de vaca/ dos azucenas/”. También es
un paisaje interior abrigado por el manto nocturnal y el regocijo de lo
místico, celebrado a la luz de las experiencias del Cantar de los Cantares,
el maestro Elkhart y Novalis. 14.-Habitado por el alba y otros poemas (Huésped
del alba, poesía reunida). La mirada de Carlos Montesinos destaca el
poder encantatorio y la destreza de Wafi Salih en el quehacer de lo conciso, el
haikú, asì como exalta y emparenta con otras voces su labor de forma decisiva:
“Wafi se pudiese catalogar como maestra del poema corto o breve, o, mujer de un
lenguaje de un pálpito insonoro descrito en el silencio de la palabra, en su
delgadez elastizada…” No deja de tomar en cuenta entre algunos referentes a
Matsuo Basho. 15.-Una voz excluida en el silencio (Las imágenes de la ausente).
En este discurso ensayístico se revisa el alcance cuanto a sus perspectivas
contextuales. El estilo, el rol de la mujer excluida, el machismo y sus
consecuencias, el poder, la idea de la sociedad patriarcal y se le da una
mirada al mito edénico. Igualmente, se recurre a las ideas de José Manuel
Briceño Guerrero centradas en El
laberinto de los tres minotauros.” 16.-Hojas blancas: hogar del
universo (Consonantes de agua y Sojam). Aquí nos sitúa breve y
panorámicamente en “La poética del haikú” y algunas consideraciones en torno a
la intimidad, poder evocador, infancia-casa, el tratamiento particularísimo del
lenguaje en cuanto a esa mínima expresión comparada con los aleteos de un
colibrí, y la novedad, distinción e
importancia que le imprime Wafi Salih a esa forma. 17.-La intimidad wafina
desde el mar. En esta última sección se fija la mirada en la imagen del agua
habitada por un molusco del “animalario” marino, el caracol. Ésta sugiere los extremos del estar en este mundo
entre la vida y la muerte. En cuanto al elemento fundacional, agua, supone el
autor el siguiente relacionamiento: “…la vida, la fertilidad, la fecundidad, la
pasión, el placer, pero también representa la ida, la partida, la muerte…”; y,
de igual forma, es objeto de análisis la idea de intimidad. Temas que acompaña
Carlos Montesinos disfrutando algunas lecturas, con las que establece un
paralelismo en cuanto al orden creativo de la poeta Wafi Salih asociados a:
Jorge Manrique, Neruda, Constantinos Cavafis, Federico García Lorca y al
“chino” Valera Mora.
Finalmente, como hemos consentido que
Carlos José Montesinos Vìez sea nuestro más idóneo mediador en la lectura de su
libro Wafi Salih: en el tránsito de sus noches en llamas, el que
celebramos por sus intuiciones, desbordada pasión de leer y comprender, por su
impactada emoción al dejarse arrebatar de la poièsis, permitirse ocupar el tiempo en este último refugio de las
angustias humanas, el arte poético, y alumbrarnos desde la oscuridad al
entregarnos el brillo poético de Wafi Salih en este sustancial trabajo. Con su
lectura sentimos descender junto a él hacia esas tinieblas a las que tambièn
invita GOETHE, [citado por Karl
Rosenkranz en el prólogo a La estética de lo feo, 20].
“...y deja que te aconseje:
no
ames al son ni a las
estrellas, ven,
baja conmigo al reino de la
oscuridad”.
Yony Gregorio Osorio Gudiño
Correo electrónico yonyosorio75@gmail.
Referencias
Montesinos Vìez, Carlos
José (2020). Wafi Salih: en el tránsito de sus noches en llamas. Caracas,
Venezuela: Editorial “Esta Noche”.
Wallace Stevens (2017).
Adagia.
Caracas, Venezuela: Fundación para la Cultura y las Artes.
Karl Rosenkranz, Karl
(1992). La estética de lo feo. Julio Ollero Editor, S. A.
[Versión electrónica:
Rosenkranz_ Karl_ - estetica_ de_ lo_ feo.pdf- Adobe Reader].
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