miércoles, 20 de enero de 2021

WAFI SALIH; LA ESCRITURA TOTAL

 


                                            LA ESCRITURA TOTAL                                           

 

                                                                                            Miguel Ángel Balderas

 

¿Será cierto que existo?... o soy simple reproductor de conductas de ellos, ellas, ustedes, los otros; ¿Será cierto que existes?...  o solo eres construcción de mi pluma y del tejido social; ¿Será cierto que podríamos coexistir?...  que las diferencias y disidencias se pueden superar; es el cuestionamiento que hace en este libro la escritora Wafi Salih y esta pregunta alcanza a la humanidad y hace eco en hombres y mujeres, toda vez que podemos ser meros reproductores de conductas, estereotipos que en el día a día hacemos y decimos, pero que estamos lejos de sentir y en franca rebeldía cada vez que los pensamos.

Sin embargo, ser hombre y ser mujer de pronto se ha vuelto franca invitación a la confrontación, soslayando que los papeles genéricos se puede construir desde la planeación del número de hijos que se tendrán, como ejercicio de comunicación de pareja, compartiendo cada quien su experiencia del género que le ha tocado vivir, a fin de reconocer aquellas vivencias con las que no se concuerda y modificar la transmisión de papeles estereotipados a los hijos, rompiendo con ello, esa cadena de agresiones, inequidades y desigualdad ancestral hacia la mujer. Permitiendo una mayor participación de las féminas en el espacio social y la inserción más igualitaria del hombre en el espacio privado.

Empero, no todos los hombres tienen las mismas actitudes y comportamientos definidos como masculinos, ni todas las mujeres carecen de este tipo de rasgos. Así las cosas, la masculinidad y la feminidad, son construcciones sociales, en consecuencia, la manera de ser hombre o mujer dependerá de la educación en la infancia sin soslayar las influencias a lo largo de su vida. Desde los ochentas en México, algunos hombres han asumido conductas consideradas femeninas y las mujeres conductas masculinas, enfrentando conflictos dados según el contexto social en el que se desenvuelven, al salirse de la norma.

La autora nos muestra que ambos géneros deben ponderar su espacio individual, toda vez que se dejan envolver por los diversos roles que socialmente les piden desempeñar, comenzando con el de hija o hijo al nacer, los colores, los juegos, los juguetes, la forma de conducirse y expresar necesidades y emociones serán aplaudidos o censurados por sus mayores; luego desempeñarán el papel de hermana (hermano) teniendo que atender a las figuras masculinas de su hogar como obligación social, y el hombre, aprenderá a reprimir los sentimientos y emociones, quizá también, aprenda a ver a la mujer como un objeto que servirá para satisfacer sus deseos y necesidades, así el estadio que sigue, el de esposa (esposo) será más fácil desempeñar, luego del entrenamiento previo con sus hermanas ellos  y ellas con  hermanos y padre, pero, teniendo la mujer como añadidura, el papel pasivo, sumiso y receptor en su vida erótico sexual , y al cumplirlo a cabalidad, recibirá como  “premio” la experiencia de ser la abnegada madre, que sufre y sacrifica por la pareja y más aún, por sus hijos.

Mientras sus esposos, serán como diría Serrat fuerte para ser su señor y tierno para el amor, proveedores en toda circunstancia;  luego serán los abuelos, que volcarán su amor a los nietos y no tendrá reparo en sustituir al hijo o hija y hacerse cargo de la educación, cuidado y muchas veces manutención de los nietos;   cabe aquí la pregunta eterna, cuando fuiste tú, o solo aprendiste a reproducir mecánicamente los papeles que te tocaron vivir, o como Wafi lo enfatiza: …” si bien un esclavo puede liberarse y hacerse propietario de su trabajo, un obrero emanciparse y ser dueño del valor social de su producción y de su vida, una nación puede ser edificada, redimida, la mujer  “al dejar el arma” debe regresar a su labor de madre, de esposa, de hija, de propiedad, pero sobre todo, debe ser  devuelta al principio, AL SILENCIO” … Cómo se construye ella para ser avalada por su sociedad, la misma que presenta al hombre como una construcción genérica, en constante interacción con otras personas. Hoy, los varones viven el dilema de cómo ser “hombres” y ser justos con las mujeres, quienes a su vez buscan hacer las cosas que ellos hacen, sin que, por ello, no puedan reafirmarse como mujeres

Siendo este el punto crucial del pensamiento de la escritora, porque no solo lleva implícito propuestas de cambio que nos conduzcan a una interacción menos desigual y con más equidad de oportunidades y de responsabilidades, sino que también implica una redefinición de los roles que el hombre y la mujer han desempeñado durante demasiado tiempo, e invita al replanteamiento libre, individual y espontáneo. Sirviéndose de un relato mexica sobre la creación, en él, se cuenta que un rayo con forma de pedernal (técpatl), cayó desde la matriz de la diosa celestial Citlalinicue (falda de estrellas) gran madre de las estrellas. Penetró en la tierra en Chicomóztoc (Siete Cuevas), lugar mítico de origen, y así fueron generados los mil seiscientos dioses. Cuando éstos pidieron comida a Citlalinicue, ella les dijo que hicieran seres humanos preparándolos con su propia sangre sacrificial mezclada con los huesos de humanos anteriores. Estos seres se convirtieron en servidores y en comida de los dioses.

Esta metáfora nos ayuda a entender como fue la base estructural del pensamiento mesoamericano. La masculinidad se asoció con lo caliente, con las cosas duras originadas en lo alto para penetrar y fertilizar la tierra, baja y fría. El sol, desaparece la mitad del tiempo, librando la lucha diaria por el renacimiento, resumiendo así el diario quehacer masculino cumpliendo con su rol de proveedor, mientras la mujer asume su papel pasivo y relegada a las actividades domésticas. Las imágenes de la ausente, es un libro esencial para aquellos hombres que aceptan y apoyan los movimientos feministas; pero invaluable recurso para los que aún defienden el patriarcado, que no entienden que los estereotipos actuales deben desaparecer y empatizan con la igualdad entre géneros.

La agilidad de la autora vuelve a la perspectiva de género la ventana de lo que debe significar ser mujer y ser hombre, como una posibilidad para resignificarnos como individuos. El análisis de género redefine las diferencias entre hombres y mujeres desde las normas morales, y reconstruirlas con la propuesta de Wafi Salih, quien enfatiza que este proceso no debe quedar en el discurso, sino, traducirse en cambios conductuales en la vida social y familiar. Debemos asimilar que, llevar a cabo este proceso es doloroso, porque significa para el hombre replantearse la propia identidad de asumir responsabilidades que no había aprendido a reconocer como propias. Se hace necesario favorecer la participación del hombre en forma efectiva, a través de estrategias que lo ayuden a reconocer sus necesidades, a hablar de sí mismo, a analizar las transgresiones de normas y formas de vida, así como a propiciar el autocuidado de su cuerpo, olvidando estereotipos que lo someten a riesgos innecesarios.

Las imágenes de la ausente, deja al descubierto algunos cambios que urge promover en la masculinidad, rescata también el cuerpo de la mujer, siempre útil en campañas publicitarias, propone que, en el camino hacia la igualdad, se termine con la separación de lo masculino y femenino, que desequilibra la relación entre géneros en el día a día. Construir un nuevo tejido social, basado en la reeducación, que emane del respeto y compromiso, sin etiquetas ni roles, solo seres humanos conviviendo en un mismo espacio: Wafi Salih contribuye constructivamente en ese esfuerzo que busca una sociedad en la que el sexo biológico de los seres humanos, no sea más un motivo de discriminación.

Al final de la lectura, resulta necesario que en ese mar primigenio de reflexiones el arquetipo femenino y masculino, transite hacia nuevas formas de relacionarse, sin soslayar las inseguridades de hombres y mujeres que convergen en las libertadas de ellas recientemente readquiridas y en los tronos derrumbados construidos a gusto y medida de ellos, si bien el arquetipo de amo de casa no alcanza reconocimiento social,  si sienta las bases para que en esta época de crisis y reconstrucción social, hombres y mujeres decidan ser masculinos y femeninos desde su conciencia individual y los enconos de género, pasen de lado, porque esta humanidad evolucionó y no requiere de un hombre o una  mujer poderosa a su lado para apoyarse, sino,  seres empáticos, competentes, críticos y con mismos objetivos  y se vean como seres humanos compartiendo y conviviendo en un mismo espacio.

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