LA ESCRITURA TOTAL
Miguel Ángel Balderas
¿Será cierto que existo?... o soy simple reproductor de conductas de
ellos, ellas, ustedes, los otros; ¿Será cierto que existes?... o solo eres construcción de mi pluma y del
tejido social; ¿Será cierto que podríamos
coexistir?... que las diferencias y disidencias se pueden superar; es el
cuestionamiento que hace en este libro la escritora Wafi Salih y esta
pregunta alcanza a la humanidad y hace eco en hombres y mujeres, toda vez que
podemos ser meros reproductores de conductas, estereotipos que en el día a día
hacemos y decimos, pero que estamos lejos de sentir y en franca rebeldía cada
vez que los pensamos.
Sin embargo, ser hombre y ser mujer de
pronto se ha vuelto franca invitación a la confrontación, soslayando que los
papeles genéricos
se puede construir desde la planeación del número de hijos que se tendrán, como
ejercicio de comunicación de pareja, compartiendo cada quien su experiencia del
género que le ha tocado vivir, a fin de reconocer aquellas vivencias con las
que no se concuerda y modificar la transmisión de papeles estereotipados a los
hijos, rompiendo con ello, esa cadena de agresiones, inequidades y desigualdad
ancestral hacia la mujer. Permitiendo una mayor participación de las féminas en
el espacio social y la inserción más igualitaria del hombre en el espacio
privado.
Empero, no todos los hombres tienen las mismas actitudes y
comportamientos definidos como masculinos, ni todas las mujeres carecen de este
tipo de rasgos. Así las cosas, la masculinidad y la feminidad, son construcciones
sociales, en consecuencia, la manera de ser hombre o mujer dependerá de la
educación en la infancia sin soslayar las influencias a lo largo de su vida. Desde
los ochentas en México, algunos hombres han asumido conductas consideradas
femeninas y las mujeres conductas masculinas, enfrentando conflictos dados
según el contexto social en el que se desenvuelven, al salirse de la norma.
La autora nos muestra que ambos géneros deben ponderar su espacio
individual, toda vez que se dejan envolver por los diversos roles que socialmente
les piden desempeñar, comenzando con el de hija o hijo al nacer, los colores,
los juegos, los juguetes, la forma de conducirse y expresar necesidades y
emociones serán aplaudidos o censurados por sus mayores; luego desempeñarán el
papel de hermana (hermano) teniendo que atender a las figuras masculinas de su
hogar como obligación social, y el hombre, aprenderá a reprimir los
sentimientos y emociones, quizá también, aprenda a ver a la mujer como un
objeto que servirá para satisfacer sus deseos y necesidades, así el estadio que
sigue, el de esposa (esposo) será más fácil desempeñar, luego del entrenamiento
previo con sus hermanas ellos y ellas
con hermanos y padre, pero, teniendo la
mujer como añadidura, el papel pasivo, sumiso y receptor en su vida erótico
sexual , y al cumplirlo a cabalidad, recibirá como “premio” la experiencia de ser la abnegada
madre, que sufre y sacrifica por la pareja y más aún, por sus hijos.
Mientras sus esposos, serán como diría Serrat fuerte
para ser su señor y tierno para el amor,
proveedores en toda circunstancia; luego serán los abuelos, que volcarán su amor
a los nietos y no tendrá reparo en sustituir al hijo o hija y hacerse cargo de
la educación, cuidado y muchas veces manutención de los nietos; cabe
aquí la pregunta eterna, cuando fuiste tú, o solo aprendiste a reproducir
mecánicamente los papeles que te tocaron vivir, o como Wafi lo enfatiza: …” si
bien un esclavo puede liberarse y hacerse propietario de su trabajo, un obrero
emanciparse y ser dueño del valor social de su producción y de su vida, una
nación puede ser edificada, redimida, la mujer
“al dejar el arma” debe regresar a su labor de madre, de esposa, de
hija, de propiedad, pero sobre todo, debe ser
devuelta al principio, AL SILENCIO” … Cómo se construye ella para ser
avalada por su sociedad, la misma que presenta al hombre como una construcción
genérica, en constante interacción con otras personas. Hoy, los varones viven el dilema de
cómo ser “hombres” y ser justos con las mujeres, quienes a su vez buscan hacer
las cosas que ellos hacen, sin que, por ello, no puedan reafirmarse como
mujeres
Siendo este el punto crucial del pensamiento de la escritora, porque no
solo lleva implícito propuestas de cambio que nos conduzcan a una interacción menos
desigual y con más equidad de oportunidades y de responsabilidades, sino que
también implica una redefinición de los roles que el hombre y la mujer han
desempeñado durante demasiado tiempo, e invita al replanteamiento libre,
individual y espontáneo. Sirviéndose de un relato mexica sobre la creación, en
él, se cuenta que un rayo con forma de pedernal (técpatl), cayó desde la
matriz de la diosa celestial Citlalinicue (falda de estrellas) gran madre de
las estrellas. Penetró en la tierra en Chicomóztoc (Siete Cuevas), lugar mítico
de origen, y así fueron generados los mil seiscientos dioses. Cuando éstos
pidieron comida a Citlalinicue, ella les dijo que hicieran seres humanos
preparándolos con su propia sangre sacrificial mezclada con los huesos de
humanos anteriores. Estos seres se convirtieron en servidores y en comida de
los dioses.
Esta metáfora nos ayuda a entender como fue
la base estructural del pensamiento mesoamericano. La masculinidad se asoció
con lo caliente, con las cosas duras originadas en lo alto para penetrar y
fertilizar la tierra, baja y fría. El sol, desaparece la mitad del tiempo, librando
la lucha diaria por el renacimiento, resumiendo así el diario quehacer
masculino cumpliendo con su rol de proveedor, mientras la mujer asume su papel
pasivo y relegada a las actividades domésticas. Las imágenes de la ausente, es un libro esencial para
aquellos hombres que aceptan
y apoyan los movimientos feministas; pero invaluable recurso para los que aún
defienden el patriarcado, que no entienden que los estereotipos actuales deben
desaparecer y empatizan con la igualdad entre géneros.
La agilidad de la autora vuelve a la perspectiva de género la ventana de
lo que debe significar ser mujer y ser hombre, como una posibilidad para
resignificarnos como individuos. El análisis de género redefine las diferencias
entre hombres y mujeres desde las normas morales, y reconstruirlas con la
propuesta de Wafi Salih, quien enfatiza que este proceso no debe quedar en el
discurso, sino, traducirse en cambios conductuales en la vida social y
familiar. Debemos asimilar que, llevar a cabo este proceso es doloroso, porque
significa para el hombre replantearse la propia identidad de asumir
responsabilidades que no había aprendido a reconocer como propias. Se hace
necesario favorecer la participación del hombre en forma efectiva, a través de
estrategias que lo ayuden a reconocer sus necesidades, a hablar de sí mismo, a
analizar las transgresiones de normas y formas de vida, así como a propiciar el
autocuidado de su cuerpo, olvidando estereotipos que lo someten a riesgos
innecesarios.
Las imágenes de la ausente, deja al
descubierto algunos cambios que urge promover en la masculinidad, rescata
también el
cuerpo de la mujer, siempre útil en campañas publicitarias, propone que, en el camino hacia la igualdad, se
termine con la separación de lo masculino y femenino, que desequilibra la
relación entre géneros en el día a día. Construir un nuevo tejido social,
basado en la reeducación, que emane del respeto y compromiso, sin etiquetas ni
roles, solo seres humanos conviviendo en un mismo espacio: Wafi Salih contribuye
constructivamente en ese esfuerzo que busca una sociedad en la que el sexo
biológico de los seres humanos, no sea más un motivo de discriminación.
Al final de la lectura, resulta necesario que en ese mar primigenio de
reflexiones el arquetipo femenino y masculino, transite hacia nuevas formas de
relacionarse, sin soslayar las inseguridades de hombres y mujeres que convergen
en las libertadas de ellas recientemente readquiridas y en los tronos
derrumbados construidos a gusto y medida de ellos, si bien el arquetipo de amo
de casa no alcanza reconocimiento social,
si sienta las bases para que en esta época de crisis y reconstrucción
social, hombres y mujeres decidan ser masculinos y femeninos desde su
conciencia individual y los enconos de género, pasen de lado, porque esta
humanidad evolucionó y no requiere de un hombre o una mujer poderosa a su lado para apoyarse,
sino, seres empáticos, competentes,
críticos y con mismos objetivos y se vean
como seres humanos compartiendo y conviviendo en un mismo espacio.
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