miércoles, 26 de agosto de 2015

UN CIRCULO DE SOL EN LA MIRADA Introducción a la poesía de Wafi Salih

                                
                                                                             

Pedro Cuartin

              El texto breve, en uno de los más recientes enciframientos liricos, comporta la intensidad, la condensación y la metamorfosis inherentes al latido ficcional, a la modificación intencional de la realidad, a la mudanza deliberada de hechos temáticos sean estos los familiares, arbóreos, zoológicos, astrológicos, eróticos, tànaticos, o la reflexión sobre la escritura en proceso de germinación, tal como sucede con Los Cantos de la Noche (1991)  de Wafi Salih publicado, como primer poemario, por la Universidad de los Andes. Dirección General de Cultura y Extensión, Colección Luna Nueva, numero 3.
             Entre el desierto y la modulación desorbitada, por concisa y latente, de transformado arábigo, pervive la poesía de Wafi Salih, Antes de continuar con nuestro sucinto comentario leamos el poema titulado “Carta”  ·Sin forma/ ni nombre/hacia el hastío/y mas allá/La página/como mitico/confin/se desdobla/ En un dolor/dormido/que acontece/en una letania/ como un susurro.” (1991: 43)
                             La reflexión sobre el texto en proceso de construcción ha venido girando en círculos desde tiempos inmemoriales. En este caso especifico, la poetisa la conecta con la notoriedad de “la pagina” configurada, aunque también disipada, del tejido, huidizo y tangible, marcado por la obsesión de las palabras que devienen formatos inevitables.  Por otro lado, el espacio blanco de “la pagina” adopta la palpitación de la vida y de la muerte, de Eros y Tanatos, de la convivencia y del despeñadero porque en ella se juntan el mas allá y el mas acá, la trascendencia y la inmanencia, el ojo avizor del cosmos, del orden del mundo del ámbito de la sugerencia.
                             La vitalización de “la pagina”, conocida como metáfora antropomórfica, se relaciona, desde el ángulo de la figura literaria, con una figura, cercana a la metáfora, conocida como metagoge (Làzaro Carreter, 1981: 276) Cualquier otro podría pensar en la prosopopeya, consistente en la personificación de las cosas que no tienen motricidad.
                               Entre la brevedad y la intensidad, entre la concisión y la condensación, entre la reducción literal y la profundidad, marcada algunas veces por el oxímoron, y otras veces por la metáfora, oscila este primer poemario de Wafi Salih
                             En relación con la expresión sintética, la cual retomaremos más adelante, el instante verbal y espacial se extiende hacia lo imperceptible desde la plenitud del deíctico de primera persona. Así, dice el  poema “Llama” “Erijo en medio/ del día/ una astilla/ de tiempo/ sacio mi sed/ en la sombra/ de tus bordes/ como una pantera” (1991: pag 27)
                    La s, como fluyente resplandor zoomórfico, se desplaza sigilosamente desde el tercero hasta el octavo verso, hasta encontrarse, al final, con “una pantera”, es decir, la alteración del sonido predorsal con salida de aire por los dientes, se abre en “una pantera” representativa de la satisfacción, de la luz que desarrolla sus posibilidades a partir de la oscuridad. De tal manera, que, entre la iluminación y la oscuridad, se concentra este poema para conjugar extremos excluyentes, para configurar el claroscuro dentro de una antítesis que conduce, como otras figuras literarias, a la eliminación de la contradicción propia del lenguaje funcional cotidiano.
                       En esta oportunidad no nos guía la extrema laudanza, la alabanza desorbitada porque siempre pensamos como Pierre Menard, el personaje borgiano (1986:18), que censurar y alabar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica.
                       Para continuar con nuestro breve comentario, para levantar la consonancia con el libro de Wafi Salih, leamos un poema de diez versos que se podría reducir a tres líneas al citarlo con las barritas verticales, se titula “Espacio” “Árbol /frondoso/con ramajes/infinitos/ En la proximidad/del día/Desnudo/y revelado/como un relámpago/visible.”
                       En este texto, la poetisa concede el pronombre de primera persona a un nutriente arbóreo que vincula al cielo con la tierra, o con lo que esta mas debajo de la tierra, con el inframundo porque, por un lado, el “árbol” es “revelado”, es decir, se le descubre, se le ilumina para configurar el desocultamiento. Para recurrir a la aletheia y trasladarlo a las grutas celestiales, a las imperceptibles armonías del más allá.
                      Por otro lado, la comparación, por simil, entre “árbol”  y “relámpago” comporta una iluminación mas acinturada, instantánea y perpetua, por irradiación iterativa, de la imagen fitomorfica y aunque percibimos los medios gramaticales de la comparación. No obstante, desde los cuatro primeros versos captamos la transformación del “árbol” y el “Relámpago”, el segundo tiene del primero la visibilidad, y el primero tiene del segundo la luminosidad, a partir de la formula más sencilla de la metáfora: A es B, según  Làzaro Carreter (1981: 275)
                       Es saludable observar que el poema, sea en prosa, o distribuido impositivamente, por la métrica y el ritmo canónico, siempre incluye un trasfondo musical.  La modulación resguarda sus tonos, ascendentes o descendientes, sus destruiciones acentuales. De tal suerte que el ritmo, sea heroico, melódico o abrupto, entre otros, constituye, desde cualquier perspectiva metodológica, su razón de ser, su línea recurrente. La cadencia, el ritmo, la armonía, simétrica o asimétrica, construye su mayor apoyatura. Aunque cuando se trate de un poema sin rima, sin medida, sin estrofa. Aun cuando se trate del verso libre porque “El verso- la unidad del poema- tiene un ritmo, una sucesión de acentos y pausas que puede venirle dada por su misa condición” (Navarro Duran, 1998:33)
                           El desdoblamiento, la fragmentación, la levedad conducente al latido parsimonioso del nivel, latente y manifiesto, de lo invisible y de lo visible.
                           En este caso, el poema es el espacio del ser, de lo que constituye el tejido fijado por la observación del adentro y del afuera. En otras palabras, el texto conecta la raíz del pensamiento, sustentado por la noche, con la luminosidad del día.
                           En lo referente al ser, a la esencia, dice José Antonio Yepes Azparren autor del prologo de este primer poemario:
                                                Pocas veces en  nuestra joven  poesía,
                                                     el poema  se  hace  en  atención a  un
                                                     desarrollo    orientado  a   lo  esencial
                                                     donde lo dicho va inscrito en una mu-
                                                     sicalidad  sostenida,  donde   no   hay
                                                     ninguna gratuidad ni   retorica   vana,
                                                     sino, muy  al  contrario,  un  lenguaje
                                                muy  al  contrario,   un   lenguaje  que
                                                     suscita el hallazgo verbal y la  entona-
                                                     cion de lo que perdura y se convierte
                                                     en    signo   de   vitalidad   y   de      la
                                                     transparencia.


                          Así, pues, tal como hablamos indicado anteriormente, la fragmentación, el desdoblamiento, que muy bien podría percibirse como una suerte de arrobamiento, de transmigración, de viaje del espíritu, sin trasfondo místico, sin conducción a la unión con Dios. Este desdoblamiento aparece luminoso en el poema “Extranjero” Tal vez, lo único místico y misterio de este poema sea el hecho de ver lo invisible, de tocar lo intangible.

                       El minimalismo, el tejido breve, el epitome recurrente en la poesía de Wafi Salih hace pensar en una aseveración de Quevedo, según la cual “…que la mayor señal de que un libro es bueno es que parezca breve…”(1981:1098).


                              Desde hace algún rato hemos querido citar el poema “Extranjero” Hagámoslo, antes de que se presente alguna otra interferencia “No encuentro/espacio para mi alma/ cada rincón/ del mundo/ me hace huésped/ El corazón/sin raíces/me abandona/Me doblega/esta carrera/a ningún sitio/ ¿Regresaré/sin mi/a alguna parte” (1996:11)
                                                     
                               En relación con el siguiente poema, la casa, este habitada o no, siempre esconde el murmullo, el susurro, o tal vez el desborde del mismo, de los que han vivido en su interior. Para que la casa exista es necesario que haya existido el ser humano en su estructura arquitectural  intrínseca. En otras palabras, la existencia del r hombre, tal como lo indica Cesar Vallejo “Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla” (1983;389)
                           Así pues, en “Fadua” la poetisa proporciona atributo humano a una estructura aparentemente inanimada a “la casa” y, tanto es así, que, hasta le proporciona lenguaje verbal, el sistema de medios de expresión conducente a la comunicación, al intercambio de articulaciones, es decir, la prosopopeya, de nuevo, comparte sus alcances. Leamos el poema que, aunque incluye 13 versos, se sintetiza, aun más, por las barritas verticales indicativas del final de cada verso, y por el minimalismo inherente al estilo de la poetisa “Era el eco/de la casa/rompiendo/la noche/La ventana/abierta/para mirar/a Dios/Vedada el alma/como un secreto/dolor/gastado” (1986:49)
                           Es muy posible que los puntos sintéticos de la poesía de Wafi Salih tengan una de las motivaciones textuales más evidente, los Haikus japoneses. Issa, Baso, etc. Los poetas que escriben instantáneas, intermitencias lumínicas, sentimientos que parecieran dejar incompleto el poema para que el lector, por intermedio de la sugerencia, complete las 17 silabas del jaiku distribuido en tres versos.
                           Igual nuestra poetiza contiene en su árbol genealógico, y en su escritura, las voces y las luminosidades del oriente, del lugar por donde nace el sol. Asi, por ejemplo al abrir la ventana, la luz de la habitación va haciendo resaltar el verde de las hojas del árbol hasta el copito, en el siguiente jaiku “El fulgor de la ventana/hasta la copa/Brío de hojas” (Buson, 1992:55)
                           El agua nos ha dicho Bachelard, no tiene la materialidad de la tierra, de los metales porque ella es obstinadamente fugitiva, sin embargo “…..ciertas formas nacidas de las aguas tiene más atractivos, más insistencia, más consistencia: porque interviene ensoñaciones mas materiales y más profundas…”(1978:37)
                           En el poema “Despedida” Wafi Salih se instala en la realidad del mar, en la orilla donde llega el agua suplicante de la ola. Su cuerpo es el mismo cuerpo del agua, y, para ello, la primera persona, por intermedio del simil, se conecta con el alga “Me persigue/un olor/a playa/en los bordes/contengo/todos los sonidos/del mar/en mi oído/Prófuga/como un alga/he tocado/la orilla”
II.PARA LLEGAR A LAS HORAS DEL AIRE.
El segundo poemario de Wafi Salih se titula LAS HORAS DEL AIRE, publicado en Barquisimeto por la Unexpo, en la colección , Detrás de la Celosía, (1992).
                           Un cuerpo, entre otros, es recurrente en este texto, se trata de la iluminación, del sol que siempre alienta los corazones en las orbitas adustas, resquemadas y xerofitas, resecas, por la vegetación del desierto, del mundo árabe. El sol, en verdad, ha venido presentándose, circular y luminoso, en la poesía desde hace mucho tiempo. En cualquier caso, esta poesía, así se hable de muerte y de caída, esconde una transmisión luminosa dentro de una esfera heliocéntrica, vale decir, el sol comporta, en el latido del flash verbal, un circulo iterativo.
                           El segundo poema se titula “sosiego”, y dice “Un circulo/de sol/en la mirada/ quiebra la noche/ sin respuestas” (Salih s/f:10)
                           El ave, erguido escritor en la pagina del cielo, incluye las visiones inobjetables del enigma. En el ámbito gutural, el ascenso se transforma en descenso, por intermedio del cambio entre el volar y la luminosidad oscurecida propia de oxímoron. Ahora bien, en los versos once, doce y trece del poema “Lamento” encontramos una metáfora sencilla inherente al trueque de atributos entre “garganta” y alas. Leamos el poema ·Flotando/ en la soledad/de la niebla/un pájaro/herido/expresa/ en su lamento/un canto/En la rota/garganta/el vuelo/es una luz/cegada/En la cavidad/de la noche” (s/f 16)
                           El “silencio” ha sido uno de los acompañantes de la poesía a lo largo de su historia. Siempre el texto cuenta con un blanco anterior y un blanco posterior. Nuestras palabras, en cualquier nivel del lenguaje, siempre están rodeadas de “silencio”, el cual nos sumerge en la intensidad de la sugerencia, en la suspensión de la elipsis dispuesta a sobrellevar el misterio. Durante nuestra vida diaria el silencio nos constituye en lo que quisiéramos decir, y, sin embargo, muchas veces, no lo decimos, porque el silencio, igual que lo desconocido a rituales secuencias verbales inherentes a la voz, En otras palabras, con el callar también nos comunicamos. En el poema “Latido” incluyente de la ausencia, de una suerte de soliloquio intangible encontramos que “Alerta/ como filos/ en el aire/ se funden/en el fondo/del silencio/tus palabras/en el espesos/del alba.” (s/f:25).
                           La metáfora antropomórfica llega hasta el ave porque el pájaro, como si fuese un ser humano, presenta su disposición de negarse a permanecer quieto. Asì como la poesía niega la realidad verificable del lenguaje funcional, cotidiano, del entorno inmediato por su disposición de transfigurar, de transformar los constituyentes de la realidad extratextual. Así mismo, en el poema “Turbio” encontramos esta humanización del ave”Vaga/ promesa/del colibrí/estarse/inmóvil/en una rama”
                       El erotismo, configurado como un núcleo impulsor del desarreglo, aparece en el poema “Éxtasis” que significa, de acuerdo con la derivación etimológica del griego, colocar o poner fuera, en el sentido de estado de admiración intensa en que no se razona. Por eso cuando se está en éxtasis se puede decir que se está desplazado, pert6urbado del sentido o de la mente, como si se estuviera en trance, en tránsito hacia otra circunstancia.
                       La flor ha sido, a lo largo de la historia del la poesía, representativa de los genitales femeninos. En el siguiente texto, la flor, dada la ambigüedad del poema, representa una cierta incertidumbre erótica, y, por otro lado, el fuego siempre concurre hacia arriba. La expresión ígnea siempre se extiende en altitud. Igualmente, una figura literaria recurrente en la poesía de Wafi Salih, tal como lo hablamos asomado, es la antititesis. Como ustedes saben, cuando la oposición semántica se establece entre dos palabras vecinas, o contiguas, se trata del oxímoron, pero si la oposición se establece entre dos palabras a cierta distancia se trata de antítesis.
                 Por otro lado, “Las espinas” son penetrantes, vale decir, ellas construyen una dualidad reciproca y reversible. Leamos el poema “La rosa/a dentelladas/se eleva/Con la profundidad/de un Dios en la caída/Asombro/de aire/entrecortado/roce/de las espinas/pétalo a pétalo/ entre las llamas”( s/f:37).
              “Las llamas” el fuego, son variables del sol, ya habíamos indicado la configuración heliocéntrica de la poesía de Wafi Salih. La llama se corresponde con la sabiduría de la transparencia, con la consciencia acuciosa de lo que permanece dictado por la luz, por la intromisión del día alimentado, casi siempre, por la oscuridad en los extremos de la antítesis.
                En el texto “Ascensión·, donde la poetisa incluye, al final, un cierto tono apologético, de alabanza a su progenitora, dice de la siguiente manera “En su infinitud/ de lumbre/estallando/ En lo más profundo/de la noche/La Totalidad/Dispersa/Entre las llamas/ Me descubre/en ti/ Donde el latido/de tu risa/es la más alta/entrega”(s/f:36)
                  El silencio”, para el caso del lenguaje verbal, y el “Blanco” referido, en los niveles de la comunicación artística, a la pintura, y también al blanco de la pagina aunque, en la próxima cita, conduzca a la distribución textil en los siguientes cinco versos del poema “Ocio””Tiendo/el silencio/como un blanco/mantel/sobre lo plano…”41)
                   El término “blanco” podría considerarse, ciertamente, como un termino disemico, por referirse al color de la tela, y, también, al margen de la inexpresividad, sinónimo de “silencio”, propio de la obra plástica y del margen inexpresivo de la página.
                 En el último poema, titulado “Fin”, de nuevo la poetisa recurre al contraste, a la antítesis, al oponer la referencia caliginosa de la oscuridad, al resplandor, desbordado, de la luminosidad cundo dice “Veo/mi imagen/ceniza/en tus ojos/dilatados/de luz”
                Wafi Salih, sin duda alguna, continuará en el tejido del enigma, el cual seguirá desempolvándose en los libros futuros de la poetisa. Levantamos, ya para ausentarnos, nuestras congratulaciones ante estos poemarios inherentes, fuerza es saberlo, a visiones extendidas desde la más profunda autenticidad.
                  Esta poesía no incluye, como sucede con la poesía de Gongora, Quevedo, entre otros, un código de referencia previo, vale decir, unas visiones, normas o preceptivas inherentes al contexto literario que puedan servir de herramienta para el abordaje analítico de los textos. En este caso, el lector debe recurrir a la percepción de la expresión de la poetisa en su interior, sin apoyo previo, debe identificarse, en aras de la coherencia, con el sentimiento expresado.

                                              BIBLIOGRAFIA

BACHELARD, Gaston (1978). El agua y los sueños. México. Fondo de Cultura Económica.
BORGES; Jorge Luis (1986). “Pierre Menard, autor del Quijote”. En Ficciones. El Aleph, El informe de Brodie. Caracas. Biblioteca Ayacucho, número 118.
BUSON, Yose (1992). Selección del jaikus. Madrid. Hiperion.
DURÀN NAVARRO, Rosa (1998). Cómo leer un poema. Barcelona. Ariel.
Làzaro Carreter, Fernado (1981). Diccionario de términos filológicos. Madrid Gredos.
QUEVEDO, Francisco de (1981, 6 edición). Obras Completas. Tomo l Madrid. Aguilar.

VALLEJO, Cesar (1993). Antología de la poesía hispanoamericana. Tomo 1 Coordinación de Guillermo Sucre. Caracas. Monte Ávila.

martes, 25 de agosto de 2015

LA DEPURACION Y LA VASTEDAD

     

                                  LA DEPURACION Y LA  VASTEDAD
                                                                                       Wilfrido José González Rosario
                                             
           Sin caer en los farallones de la indigencia conceptual, en la irreflexión lingüística, ni tampoco en sus contrarios, la indigestión conceptual y el aislamiento aséptico y enfermizo de un referente indispensable, la consecución de nuestra valiosa experiencia, constituyo en mi caso  - no puedo más que afirmar mi parcialidad-  la oportunidad de proseguir una senda personal “interpretativa” del texto poético y sus innúmeros contornos ¿Senda en el mar?
         Soy un aprendiz de las artes, ¿Quién no? Aprovecho esta escusa para adéntrame en el universo de estos poemas, de Wafi Salih, a tientas, entro pues su luz es grande y enceguece. Ejerzo un poco la posibilidad de la expansión que caracteriza a todo texto presuntamente crítico.
         Cada poema actúa cual mándala tejido en verbo, emisor de resonancias, movedor de nuestro abscondito mundo, penetrando su follaje establecido sobre la desnudez primera.
                                                La depuración y la vastedad
                                “Treinta rayos confluye en el eje de la rueda:
                                   su utilidad para el carruaje esta allí donde no están:
                                   cuando la rueda del alfarero hace un jarro,
                                   el uso del jarro
                                   está precisamente allí donde no hay nada.
                                   Cuando abres las puertas y ventanas de un cuarto,
                                   son útiles para el cuarto
                                   allí donde no hay nada.
                                   Por consiguiente, ser es para bien,
                                   No ser es para utilidad”     
                                                                                                                             Tao Te King

                  La poesía de Wafi Salih, apunta, estrictamente, hacia una depuración progresiva de la forma y hacia una amplitud ilimitada del sentido. Esfuerzo, por cierto, riesgoso. Practica, por ende, ardua. La afinación ascética de la palabra y los contenidos no impide3, en este caso, una amplia resonancia de sentires, padeceres y celebraciones ligas a su origen y a su propia hechura dentro de la artesanía del lenguaje, desde los limos originales, infantiles y genésicos hasta la conciencia de la expresividad posible y la observación-desde el vuelo y el arrojo de la palabra poética- de los acantilados abismales del ser y del texto.
                    
                              Lejos de la ingenuidad del desenfado colorista, narrativo, y por tanto, de la ampulosidad de la frase, Wafi eligió el escoplo, trazando caminos desnudos, transitables por la imaginación del lector en ilimitados sentidos posibles. Cincelando la forma, con un alto sentido estético del silencio, y su valor polivalente, emerge la justa forma, rodeada de aguas insondables.

                             Se ha tratado de una elección la desmesura o la precisión: la opulencia frente a la desnudez: en vez del desborde pasional, la contenida fluidez de la sensibilidad alquitarada.

                             No podemos olvidar el hecho de que su obra esta en plena expansión, que su juicio de la escritura transita una senda evolutiva, y que nuestro comentario se limita a algunos poemas de sus 3 primeros textos “Los Cantos de la Noche” (1996)  las “Horas del aire”  (1997) y “Pájaro de Raíces (1998). Nuestra aproximación con mesura y  respeto, por su particular voz en nuestro contexto literario, pretende cruzar, con el lector de sus poemas, algunas consideraciones estéticas, que a modo, de una conversación, en sosiego, en la escala floreciente que nos lega la lectura poética, nos acerque, al goce, al viaje interno de estos apreciado instantes de resplandor, que son sus poemas.

                           Ya hemos afirmado en líneas anteriores, como característica inigualable la desnudez  y trasparecía de sus formas, anclada, además, no en una vaciedad de sentido, sino en toda una, estética navegante en los lagos calmos, de la filosofía pacifica dimante de la observación de los cambio antes seres, universales, del tiempo, y del retorno:

                                                  El otoño
                                                  desnuda
                                                  el exceso
                                                  de ropaje
                                                  en el vuelo
                                                  de las hojas

                                                                                                       (Pudor. Cantos de la noche)


                     Donde se unen armónicamente el movimiento visual, el concepto poderoso del lenguaje como retorno adánico y la desnudez esencial como andamiaje indispensable del ser, el vivir y el expresar.

                     Con esta misma orientación, otro texto, “Turbio” del libro: “Las horas del Aire” además de alcanzar una gran movilidad desde el vientre de su contrario, tiene esa delicadeza, de joyería perfecta, diminuta y restallante, que, confirma lo que al respecto de su obra hubo afirmado en la contraportada del libro, el escritor Carlos Cadenas “En la brevedad escribe su esencia de laboriosa orfebre de la palabra.” He aquí, el texto:

                                         Vaga
                                          promesa
                                          del colibrí

                                         Estarse
                                         inmóvil
                                         en una rama.

                       La elaboración del vino poético, se comprende como labor muy personal, oculta, en los pliegues del silencio meditativo, de una apropiación del mundo que sin contradicciones, avanza hacia una negación de los sentidos para hallar las metáforas que acuciantemente hallar lo inexpresable.

                                             ADENTRO

                                              Como una llave
                                              perdida
                                              en el mar
                                              me he negado

                                                                             Secreto: Los Cantos de la Noche

Estos tres textos, presentadores del relámpago y de la instantánea presentación de la palabra y de la imagen, acotan, una sencillez depurada, lograda, sin complicaciones. Sin  embargo, no es esta la única orientación de la poesía de Wafi Salih, sino que, por otra parte, abunda el poema, que se reabre de los danzantes filos de una amplitud inusitada de sentidos, devolviendo destellos diversos, a cada mirada, de una lectura

interpretativa  incapaz, donde cual azogue de diamante, una piedra de luz, se desborda y escapa de la mano que, en vano, con petulancia académica, intenta atraparla, arrastrando, tras de sí, a las oscuridades del agua oscura del lenguaje más profundo, al lector, donde la primera palabra es latido, y donde germina el más lejano silencio inabordable.
                                               
                                                  Latido

                                                   Alerta
                                                   como filos
                                                   en el aire

                                                   Se funden
                                                   en el fondo
                                                   del silencio

                                                   Tus palabras
                                                   remotas en el espesor
                                                   del alba.

                                                                                                   Latido. Las Horas del aire.

       Nos llega del poema, como una plomada de inmaterialidad, fija una estructura inatrapable y vastísima, donde los silencios, se tienden, como puentes de cáñamo, sobre abismos, entre palabras abiertas, en un trío, de estrofas, separadas y unidas, por la blancura del espacio, remoto y principal.

         Algo importante que notar, en su sincera expresión, no se siente ni la impostación de una “voz” ni el usufructo de una territorialidad inventiva ajena, ni la pesadez de los retraspirados aires de las atmosferas ajenas, usurpadas, a cualquier tradición, como se ha tornado práctica habitual en nuestros días de poca lucidez creativa.
                      La sensibilidad ante la “oquedad” del tiempo, residuo de nuestras armazones conceptuales para bosquejar la realidad, solo nos deja en la brevedad de las monos, la ausencia de una fina arena, tales como “las horas del aire”, donde lo mustio es solo puerta de la ajada habitación donde el sentimiento y la emoción, reposan doblados en el armario junto a las perlas del alcanfor como prendad de ausente.
                                                       TARDIO

                                                        Marchita
                                                        sobre el tallo
                                                        ceniciento

                                                        Perdida
                                                        Adentro
                                                        en las horas del aire
       
                                                         La flor
                                                         recuerda


                                                                                                            Tardio, Las horas del aire.

                                      Con infinita delicadeza, la palabra, se hace puente hacia la geografía interna del ser, una femenina vastedad de panoramas propios, accedidos a través de excepcionales y sutiles arrebatos de pasión, mística y humana, en poemas como “Adentro”, Cantos de la noche”  Confieso,  En las horas del aire, y Abismo, en Pájaro de Raíces.
                                        ADENTRO

                                         Al borde
                                         como el musgo
                                         en la dureza

                                        Un llanto
                                        lejano
                                        en mi alma

                                         Como un dolor
                                         que no cesa
                                         y en un circulo
                                         de sombras
                                         se modula.




                                                   Confieso

                                                   De tanto
                                                            mirar
                                                            me hago
                                                            daño

                                                            Soplo
                                                            hacia adentro
                                                            y es un nudo
                                                            la palabra

                                                            Borrada
                                                            para otros
                                                            huyo
                                                            en el sueño

                                                            Esa puerta
                                                            salva

                                                      Abismo

                                                      

                                                      Cóncava

                                                      Una amansada
                                                      cumbre oscurecida
                                                                                                (Abismo: Pájaros de Raíces)

                        Entonces, de verso en verso, asistimos al alumbramiento de las diversas escenas de la palabra poética elaborada, que, prefiere, los espacios íntimos, cálidos, arraigados, aun cuando, a veces, los desgarre, la soledad, y aun frio, devastador, desertice la voz y el mundo. Son vastos territorios interiores donde una ilimitada gradación de matices esenciales muestra los ángulos del desnudo de un oculto mundo presentido:
                                                                    Alma

                                                           Vivo lejos
                                                                     sin saber
                                                                      de mí
                                                                     en una claridad
                                                                     que me enceguece

                                                                      Afuera
                                                                      nada es más grande
                                                                      que esta
                                                                      inmensidad

                                                                                 (Alma: Los Cantos de la noche).

Alcanza límites donde nos transmite sensaciones como si el lenguaje fuese las yemas de los dedos de una mano aterida, que sin llegar a tocarnos, escurridiza como ciertas palabras, nos tocan por negatividad:

                                                      Vacio

                                                Pájaro
                                                        de muerte
                                                        asciendes

                                                        En la tiniebla
                                                        del aire

                                                        Derrochando
                                                        tu frialdad
                                                        en mis arterias

                                                                                    (Vacio: Las horas del aire.)

                     Es bastante habitual en su escritura, la pausa rítmica dos, tres, a veces ninguna-que propicia la cadencia reposada, donde las estrofas anteriores se depositan, traficando puentes de silencio, en un último fragmento, que siendo cierre textual, sin embargo, queda flotando, en la inmaterialidad y dilatación de las imágenes.
                                                  Meditación

                                                   Transita
                                                   por mi alma
                                                   contenida

                                             
                                                    Desciendo
                                                    toco el fondo

                                                    Me elevo
                                                   hacia los altos
                                                   silencios
                                                   invisibles
                                                   del alba


                                                                                       (Meditación: Los Cantos de la noche)



                   No está ausente la relación con la nocturnidad, sombra de los misterios y las irresoluciones donde se filtra el silencio abstraído absolutamente en esa impensable “nada”, que absorbe y dispersa, en una proximidad violentada:

                                                                Lail
                                                         
                                                                Desterrada
                                                                como un fruto
                                                                maduro
                                                                que cae

                                                                 Me contiene
                                                                 una sombra

                                                                 El silencio
                                                                 como signo
                                                                 de la nada
                                                                 me hace suya
                                                                 y me dispersa
                                                                                        (Lail: Los Cantos de la Noche)



Wafi Salih ha dejado en estos tres poemarios constancia de una voz hecha, que se apunta con vigor de renuevo, donde en la oscuridad de la escena de la pagina, saltan los chispazos arrancados al pedernal de la palabra, con las ganas, la complicidad con el lector y con el saber, del inabordable horizonte que surge al doblar la hoja de todo transito humano.  Es un cantico de esta vida, en las arenas inquietas, con paso quedos, hollando el silencio donde solo el verbo visita la muerte, sin tocarla, donde, a sabiendas como Nezahualcoyotl “las flores, los cantos solamente aquí perduran”. Allí nace, se vierte, su afán, de aportar, sus leves texturas, delicadamente, como nubes al tiento  del sol naciente. Se depura el canto, la materia, se gana, la vastedad.
                                                Cantico
                                                Logré
                                                    acercarte
                                                    a esta huella
                                                    de mi pie
                                                    en la arena


                                                                                      (Cantico: Las horas del aire).