jueves, 20 de agosto de 2015

Portico Adbul Saudan


  PORTICO 


  



                                                                                                                                            Abdul Saudan

                                               Entre el haiku (jaiku) japonés y el poema relámpago árabe (su claro ejemplo, la <jarcha> andalusí), un hilo fino inexplicable.

                                               Nada en común por supuesto (por lo menos en la estructura estrofal). Pero los dos poemas son infinitamente profundos, breves y no ven en el árbol más que su raíz, o exactamente, aquel grado de la tierra.

                                            Este ágil ejercicio de respirar hondamente por un instante. Estos relámpagos-haikus, escritos directamente en castellano preferían descansar en las mentes para encontrarles <el nombre exacto>, como decía alguna vez algún poeta.

                                           Los haikus de Wafi Salih son evidencia de esa otra lirica, deudora de la mejor tradición oriental, que puede vivir y crecer a despecho de las modas literarias. Pero al mismo tiempo, recrean su mundo particular a manera de ser obra original, en su tema como en el trato de construirlos profundamente, ajenos a la imagen anticipada.

                                         Estos versos pueden haber surgido en la mente de un ser superior, agitando sus alas. Pero, es Wafi, ha sabido dejar sobre el papel con una purificación extrema la idea y sus juguetones colores. Los versos no han sido obligados por la carga a dejar su vuelo inconcluso sino que continúan en la red de las palabras, permitiendo que nos ilusionemos con la gentileza de sus cimas y la excitación de sus refinados  remos.

                                      Estos haikus, son indicios del fenómeno innombrable de una poesía que es, ante todo, vida. Y como una hija del mestizaje en que traza el viento su voz intensa de inclemencias, es esta poesía. No busquen en ella, solamente, el esplendor de la inteligencia, son la transparencia de un arroyo anidado en lo oculto, donde las diminutas criaturas sueñan con el universo.
Basta recordar que lo femenino abraza lo sensual en unos haikus para fomentar el elegante lenguaje de atrapar la voz inmensa del susurro domínate de las diferentes caligrafiase del aire.

     

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