jueves, 20 de agosto de 2015

LA GENEROSIDAD DE LA POESIA Y EL HAIKU Antonio Urdaneta

Destello es la palabra y es la imagen, el acontecimiento y la realidad no gramatical, evocadora de aquello que en el haiku del Japón místico, silente y grávido, es apenas lenguaje conocido: fulgor e idea diamantina en tres versos gracias a la absoluta generosidad de la poesía.
                    Un dia Wafi Salih se detuvo en su propia experiencia y síntesis. Advirtió que la duración de aquella voz nítida para lo oscuro y lo meridiano senderea una escritura nueva y mágica en el alma. Darse a su resonancia y a su escritura no le fue exótico.
                   No romancea un desprendimiento, y como en los días del poeta mexicano Juan José Tablada, iniciador en Venezuela de esta comunión con el temblor de Oriente con el poema breve que no se queda corto, puesto que en pocas palabras cabria lo inmenso, arribo Wafi al ser y a la actualidad de un texto exteriorizado y desenvuelto.
Amor lejano
el calor de otoño
en mi pie desnudo


Lienzo de flores
en cada una, Issa y Basho
abejas y miel

                Un haiku es un ser espiritual. Lo son en si mismos, si plenos y cabales, la copla, el romance, el soneto, el soplo pemòn y teúrgico que da el taren. Contiene el grande y pequeño súbito, una revelación y una identidad, una desnudez y un atavío de historia.
                 Ese  prodigio no es extraño a la poesía breve en nuestra Cruz, Gustavo Adolfo Bècker, José Martí. En tres versos sencillos pero no simples, el exuberante Góngora hace generosamente diáfana la presencia de una oscura emoción: Ya le entra sin saber por dónde una piedad mal nacida/ entre dulces escorpiones. (Romance de Angélica y Medora) En Occidente ese fulgor suele ser el ave de las imágenes: el cisne, la alondra, la golondrina, el ruiseñor, el chupaflor o colibrí instantáneo, y si no rosa, la flor azul, todos los pájaros,-el pájaro <cuando la estación ascendente lo subleva> como indica Rilke. Y es al fin y al cabo el mismo indecible en lo extenso.
              El grandioso Whitman nos trae el poema de verso libre y extático. Hecho de dinamismo y reposo. De otra  manera para nombrarlo semejante en su diferencia, en el Caribe barroco se evoca la transparente y aun la fijeza en Lezama  Lima.
              Rubén Darío hizo el <Elogio de la seguidilla> y la llamo <Rosa métrica> <Ánfora lirica de vino llena>, suscitación literaria o entidad espiritual de una porción de la cultura de España, <sus hombres sus claveles, su manzanilla>, la hechicería andaluza: un metro en donde cada idea es una perla. Y cada verso una rueca, sal macarena y lorquiana, puñales y bordones.
                 Jorge Luis Borges ve extenderse tras el tango una canción de genta perdida en <Sórdidas noticias policiales> Quien prefigura el texto virtual de la gesta unigénita que expresa lo esencial del cancionero popular latinoamericano.
                 Cada forma es un hábitat una región del cielo o de la tierra, una ecología de las palabras, un ministerio agrícola, un espacio de la memoria, una morada y un oleaje de las almas, el recipiente de su alquimia. Wafi Salih comprueba que una saeta fugaz hiere y queda temblando, y no es distraído arbitrio de cocuyo el vaso de elección.
                  El hijo del camino y lo que un transeúnte lleva en sus manos se combinan y tejen un manto de palabras e Huésped del alba. Un vuelo de aves que no se nombran dan el pasado. Por simbiosis, algunas palabras son ellas y las cosas conjugadas. El cielo es hondo, la levedad traspone el peso, la soledades, por la nostalgia y el sentimiento de unidad.


                     Entre las sendas flores
                     y en el corazón tu ausencia
                     junto a la luna

                                                                                             
                                                                                          Ah! La crueldad
                                                                                          mis manos heridas
                                                                                          por tocar la rosa



Pensamiento y canto del tren vuelvo al uno. Nos vienen remembranzas de una herida de Rilke en el jardín de rosas, y de aquella que lo sorprendió en el símbolo como extrañeza angélica infranqueable y dolorosa, y un ángel terrible. Y enseguida, el recuerdo de un verso de Alfonsina Storni. <Espínate la mano y córtame  la rosa> Una máxima expresión  de  la crueldad.


En la hiriente zarza Wafi Salih atrapa la soledad, y en el olor del cerezo un nuevo amor. Sin contemplaciones, la soledad irá a acampar al desierto. Hay una constancia de la pareja en el  tiempo, del dos reunidos en el uno. Issa y Basho, abeja y miel, el errante y el estrellado cielo, el pretérito y el presente, el futuro y el hoy, una noche tiene su perro. Y entre las sabanas, bajo la felina lluvia, un león de amor. La tristeza regresa, dibujada una carda devuelta junto a la solitaria taza es un reflejo Wafi Salih nos ha dado generosa lo mejor de sí misma en Huésped del Alba. Recibimos su encanto llenos de alegría.

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