Destello es
la palabra y es la imagen, el acontecimiento y la realidad no gramatical,
evocadora de aquello que en el haiku del Japón místico, silente y grávido, es
apenas lenguaje conocido: fulgor e idea diamantina en tres versos gracias a la
absoluta generosidad de la poesía.
Un dia Wafi Salih se detuvo
en su propia experiencia y síntesis. Advirtió que la duración de aquella voz
nítida para lo oscuro y lo meridiano senderea una escritura nueva y mágica en
el alma. Darse a su resonancia y a su escritura no le fue exótico.
No romancea un desprendimiento, y como en
los días del poeta mexicano Juan José Tablada, iniciador en Venezuela de esta
comunión con el temblor de Oriente con el poema breve que no se queda corto,
puesto que en pocas palabras cabria lo inmenso, arribo Wafi al ser y a la
actualidad de un texto exteriorizado y desenvuelto.
Amor lejano
el calor de otoño
en mi pie desnudo
Lienzo de flores
en cada una, Issa y Basho
abejas y miel
Un haiku es un ser espiritual. Lo son en si mismos, si plenos y cabales,
la copla, el romance, el soneto, el soplo pemòn y teúrgico que da el taren.
Contiene el grande y pequeño súbito, una revelación y una identidad, una
desnudez y un atavío de historia.
Ese prodigio no es extraño a la
poesía breve en nuestra Cruz, Gustavo Adolfo Bècker, José Martí. En tres versos
sencillos pero no simples, el exuberante Góngora hace generosamente diáfana la
presencia de una oscura emoción: Ya le entra sin saber por dónde una piedad mal
nacida/ entre dulces escorpiones. (Romance de Angélica y Medora) En Occidente
ese fulgor suele ser el ave de las imágenes: el cisne, la alondra, la
golondrina, el ruiseñor, el chupaflor o colibrí instantáneo, y si no rosa, la
flor azul, todos los pájaros,-el pájaro <cuando la estación ascendente lo
subleva> como indica Rilke. Y es al fin y al cabo el mismo indecible en lo
extenso.
El
grandioso Whitman nos trae el poema de verso libre y extático. Hecho de
dinamismo y reposo. De otra manera para
nombrarlo semejante en su diferencia, en el Caribe barroco se evoca la
transparente y aun la fijeza en Lezama
Lima.
Rubén Darío hizo el <Elogio de la seguidilla> y la llamo <Rosa
métrica> <Ánfora lirica de vino llena>, suscitación literaria o
entidad espiritual de una porción de la cultura de España, <sus hombres sus
claveles, su manzanilla>, la hechicería andaluza: un metro en donde cada
idea es una perla. Y cada verso una rueca, sal macarena y lorquiana, puñales y
bordones.
Jorge Luis Borges ve extenderse tras el tango una canción de genta
perdida en <Sórdidas noticias policiales> Quien prefigura el texto
virtual de la gesta unigénita que expresa lo esencial del cancionero popular
latinoamericano.
Cada forma es un hábitat una región del cielo o de la tierra, una
ecología de las palabras, un ministerio agrícola, un espacio de la memoria, una
morada y un oleaje de las almas, el recipiente de su alquimia. Wafi Salih
comprueba que una saeta fugaz hiere y queda temblando, y no es distraído
arbitrio de cocuyo el vaso de elección.
El hijo del camino y lo que un transeúnte lleva en sus manos se combinan
y tejen un manto de palabras e Huésped del alba. Un vuelo de aves que no se
nombran dan el pasado. Por simbiosis, algunas palabras son ellas y las cosas
conjugadas. El cielo es hondo, la levedad traspone el peso, la soledades, por
la nostalgia y el sentimiento de unidad.
Entre las sendas flores
y en el corazón tu ausencia
junto a la luna
Ah!
La crueldad
mis
manos heridas
por
tocar la rosa
Pensamiento y canto del tren vuelvo al uno. Nos vienen
remembranzas de una herida de Rilke en el jardín de rosas, y de aquella que lo sorprendió
en el símbolo como extrañeza angélica infranqueable y dolorosa, y un ángel
terrible. Y enseguida, el recuerdo de un verso de Alfonsina Storni. <Espínate
la mano y córtame la rosa> Una máxima
expresión de la crueldad.
En la hiriente zarza Wafi Salih atrapa la soledad, y
en el olor del cerezo un nuevo amor. Sin contemplaciones, la soledad irá a
acampar al desierto. Hay una constancia de la pareja en el tiempo, del dos reunidos en el uno. Issa y
Basho, abeja y miel, el errante y el estrellado cielo, el pretérito y el
presente, el futuro y el hoy, una noche tiene su perro. Y entre las sabanas,
bajo la felina lluvia, un león de amor. La tristeza regresa, dibujada una carda
devuelta junto a la solitaria taza es un reflejo Wafi Salih nos ha dado
generosa lo mejor de sí misma en Huésped del Alba. Recibimos su encanto llenos
de alegría.
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