Magaly Acosta Oviedo
Tamtam (canarios)?. Había muchas mujeres. ¿A
dónde fueron?, “
Lola Kiepja, última Selk"nam de Tierra del
Fuego.
En la mitología del pueblo Selk´nam, de Tierra del Fuego, exterminado por la presencia del hombre blanco en el siglo XIX, la presencia de las deidades femeninas era preponderante. Un mito señala que en la era de hówenh, Luna, era el chamán más poderoso. Ella y las demás mujeres dominaron a los hombres. La sociedad hówenh era pues un Matriarcado. Los grandes chamanes hombres: Sol, Viento, Lluvia y Nieve, así como todos los hombres, se ocupaban de las tareas humildes: llevar las cargas cuando las familias se desplazaban, cocinar, vigilar a los bebés y a los hijos pequeños, traer el agua para el uso doméstico, etc.
Las jóvenes hówenh accedían a la posición social de mujer adulta por medio del rito llamado hain, ceremonia donde ciertas mujeres ya iniciadas, se disfrazaban de espíritus, usando altas máscaras. Así cada vez que se celebraba el rito los hombres veían a los espíritus manifestar su solidaridad con las mujeres y su aprobación por el dominio que ellas ejercían sobre la sociedad hówenh. Ese era el orden inquebrantable del universo. Por lo menos así parecía desde "siempre", hasta que un día unos hombres hówenh, todos asociados al Sol, se acercaron al hain para espiar y lograron sorprender a uno de los “espíritus" en el acto de disfrazarse y se dieron cuenta enseguida que todos los "espíritus" no eran sino mujeres disfrazadas. Descubierta la verdad, los hombres hówenh mataron a todas las mujeres y también a las jóvenes iniciadas en el secreto que había sido tan celosamente guardado de los hombres durante milenios. El hain o ritual, se convirtió en privilegio de los hombres, quienes, a su vez guardaron el secreto y desde aquel entonces, es que los hombres ejercen la dominación sobre las mujeres y la sociedad pasó a convertirse en un patriarcado.
Recurro a este mito de Tierra del Fuego, perteneciente a uno de los pueblos precolombinos menos conocido de nuestro continente, y cuya cultura encierra un universo desbordante de espiritualidad, belleza y significados, porque intenta explicar, desde la cosmovisión de los Selk`nam, por qué son los hombres quienes ejercen el dominio o control sobre las mujeres.
Es el discurso que da cuenta de una forma de simulación, la de las mujeres que se “convierten” en espíritus y engañan así a los hombres, el mecanismo escogido para mantener el dominio matriarcal. Es también este mito acerca de la justificación de la violencia y la muerte por parte de los hombres como respuesta al engaño descubierto. Y, nuevamente, es el conocimiento vedado, esta vez a las mujeres como mecanismo para perpetuar el dominio de un grupo, ahora convertido en sociedad patriarcal.
En los mitos bíblicos “apócrifos” será el Conocimiento el motivo de la “caída”, y culpable será la mujer, pero no es sino una interpretación, la voz masculina, el discurso totalizante y totalizador de los patriarcas quienes aprovecharán de endosarle al sexo femenino culpas, castigos y sufrimientos. Es una interpretación efectuada a la medida de la mentalidad masculina y el inicio, la explicación por así decirlo, desde una perspectiva histórica, de la cultura patriarcal. Un discurso sacralizado porque ha sido el propio Dios – dicen los hombres - quien ha decidido que así sea. Convenientemente, fuera de estos relatos ha quedado la sin par Lilith, la deslumbrante primera mujer de Adán, quien, como toda mujer divorciada o que ha abandonado el hogar para buscar su propio camino, es silenciada por la familia. De ella se omite hablar, es algo así como la loca del ático. Nuevamente es el ocultamiento la forma de dominación.
Me pareció interesante recurrir a estas historias, a estas explicaciones míticas, a estos hermosos discursos y voces intemporales que vienen hasta nosotros para hacernos reflexionar acerca de los discursos de género, un tema de múltiples voces que WAFI SALIH, aborda en sus ensayos que llevan por título IMÁGENES DE LA AUSENTE. Un asunto que se mantiene siempre vigente, y ello, debido a que los viejos paradigmas hegemónicos persisten en ser legitimados por los discursos y prácticas dominantes en las sociedades contemporáneas. Ello, pese al innegable avance que hemos alcanzado las mujeres en materia de derechos políticos, sociales, reproductivos o económicos durante el siglo XX y lo que va de este. Pero no es suficiente, no lo sentimos así y no se trata de quitarle o ganarle espacios al hombre. Y es que las prácticas que mantienen silenciadas a las mujeres, se perpetúan y parecieran decir a cada momento “esto ha sido así desde tiempos inmemoriales” justificando de esta manera la dominación y el cercenamiento de las voces femeninas, a las que Salih llama “ausentes”.
La voz de Wafi Salih es una invitación a asomarse a nuevas formas de subjetividad para referirse al sujeto femenino. Una relectura acerca de los Estudios de Género, planteado desde lo sociológico y filosófico, pero también desde lo poético y lo mítico en y a través de la escritura de y sobre mujeres. Para ello la autora selecciona cuidadosamente, con rigor intelectual y con pasión, los mitos, las historias, los relatos, los personajes, los discursos que apoyarán su tesis,
Sí, es ambiciosa la propuesta discursiva de Wafi Salih, pero además, la autora nos sugiere revisar los paradigmas que en torno a la mujer, han creado, fundamentalmente, las voces patriarcales y canónicas, y propone, en cambio, un diálogo que busca mostrar las complejas y diversas construcciones que dan cuerpo a las identidades de los muchos “sujetos femeninos”.
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