jueves, 20 de agosto de 2015

A LOS PIES DE LA NOCHE Ricardo Iribarren


                                         En A los pies de la noche, la poeta Wafi Salih logra concretar y expresar la esencia del haiku. Son las palabras precisas que sirven de excepción al silencio. También  coincidiendo con el espíritu oriental, el titulo y el ambiente sugerido en los textos habla de la noche, la penumbra, del resplandor tenue que apenas se sugiere entre las sombras, y la obra es fiel a la expresión china: La luz es la mano izquierda de la oscuridad…..>A riesgo de sobreabundar en explicaciones, procurare volcar algunas palabras de admiración a la poesía de la autora, la intención es rodearla, señalarla, apuntarla, a lo sumo servirle de contexto, sabiendo que sería inútil tratar de agotar en una explicación el luminoso y sobrio desarrollo de los versos.
                                       Este logro de la expresión perfecta revela lo que en Occidente llamaríamos <madurez poética>, y que en Oriente tiene una significación más profunda. Frente a un texto como el de Wafi Salih, en Japón se afirma que el poeta ha alcanzado el Sabì y el Shiori, categorías enunciadas por  Dohoo y Basho entre otros. En una exégesis personal. Sabi hace referencia a la simplicidad, quietud, serenidad, sosiego….Shiori al arreglo, a la disposición, a esa sutil habilidad que no proviene de un estudio sino de la trascendencia de todo aprendizaje. Se dice que el Shiori está en el Kokoro, es decir en el corazón entendiendo el mismo como órgano de conocimiento y no solo de recepción y expresión de sentimientos.
                                 Reiterando lo expuesto, la autora logra la interiorización, la intuición precisa y la penetración de su ambiente inmediato para plasmar los instantes intransferibles que componen la estructura intima de los haikus.
                               Esta madurez se enmarca en un conocimiento pleno de la historia y las características de genro por parte de Wafi Salih.
                               El haiku es una traducción de lo que en Oriente constituye un lenguaje simultáneo y múltiple que excede el marco de la palabra, en su idioma original, el poema implica la polisemia de los ideogramas. En el ya famoso verso de Basho, el <El viejo estanque> El ideograma que corresponde al sonido <furu> (viejo), está formado por el número  diez mil  y el kanji  <Boca>, es decir, la vejez en sentido de antigüedad, está compuesta por diez mil bocas u otras tantas generaciones…
                                En oportunidad de recibir lecciones de japonés, me indicaron que debía traducir una frase. Elabore entonces un largo párrafo con metáforas que en español sonaran medianamente agradables, pero en el momento de volcarlo al nipón, resulto monstruoso:  entonces descubrí que cada ideograma tiene una múltiple significación simbólica que permite la presencia de varios textos acotados por las acepciones de cada signo y por el abanico de sugerencias
 que imprimen en el lector. Cualquier aditamento de imágenes alambicadas produce un terrible engendro. De igual modo, la caligrafía en el haiku es un arte paralelo al de la poesía: la forma de trazar el ideograma, el tipo de pincel y de tinta que se usa, la presión con la que se dibujan los rasgos, forman la dimensión emocional del poema. Los ojos orientales descubren en el haiku la síntesis entre una obra plástica y un trabajo poético; la aglutinación de lenguajes y la percepción simultanean de varios universos del autor.
                 Wafi Salih logra un equivalente en nuestro idioma la síntesis a la que aludimos, apunta a concentrar en tres versos un universo visual y sensitivo; un mundo emocional y una trascendencia expresiva. Agrupados en temas precisos, netos, como ocurre con las obras orientales.  Es una obra de interioridad, de preciosa economía de recursos, donde el lenguaje se despoja buscando su propia esencia. Los momentos, que se despliegan como las cuentas de un rosario, conducen al lector a lo percibido en esas instantáneas que sirvieron de génesis de los poemas Sabì y Shiori: simpleza y profundidad. Sus textos encierran dos vertientes, la simpleza impactante, y profunda belleza con todo el silencio que acontan y que penetra en el lector  como una oscura y afilada daga, alcanzando su corazón en un contacto lucido y terrible.

                 De igual modo, la caligrafia en el haiku es un arte paralelo al de la poesía: la forma de trazar el ideograma, el tipo de pincel y de tinta que se usan, la presión con la que se dibujan los rasgos, forman

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